artículo de Begoña Etxebarria Madariaga, directora de la Fundación Novia
Salcedo y miembro de su Ícaro Think Tank, publicado en el diario «El Correo» del 4/10/2013.
el filósofo Daniel Innerarity en “Vivir
para Pensar. Ensayos en homenaje a Manuel Cruz” (2012) que los problemas más complejos no están en absoluto estructurados. Un
determinado problema que nos ocupa, oculta otro problema muy diferente. Muchas
veces tenemos soluciones para problemas no existentes, mientras que nadie ha
iluminado los nuevos problemas con la luz necesaria para proceder a su adecuada
solución. Son los llamados “Wicked
problems” (problemas malditos, retorcidos…) en los que no sabemos la
solución, y ni siquiera estamos muy seguros acerca de cuál es el problema. Lo
que sí sabemos es que en estos problemas necesitamos creatividad para el
descubrimiento del “auténtico” problema, y esto siempre conlleva un cierto “sabotaje”
contra la parcelación del saber y la especialización, contra la exactitud de
las soluciones habituales, porque supone una fuerte disposición a aprender
fuera del saber y de las prácticas establecidas. En definitiva, supone asumir
un riesgo, el riesgo de la creatividad.
del desempleo juvenil, lo veo como uno de estos problemas. Los datos nos
dejan desolados y el trato directo con los jóvenes nos afecta y nos lleva a
pensar que necesitamos enfocar esta cuestión de otro modo. El último informe de
la OIT sobre “Tendencias globales del empleo juvenil 2013” alerta del riesgo
para toda una generación: 73,4 millones de los jóvenes entre 15 y 24 años están
desempleados. Desde 2007 la cifra se ha agravado en 3,5 millones; 2 millones en
las economías avanzadas. En Europa hay
casi 6 millones de jóvenes desempleados y España es líder en esta materia,
aportando 3 millones de esos jóvenes parados a la UE. Si a esto añadimos
los 45 millones de jóvenes que cada año llaman a la puerta del mercado de
trabajo, es claro que nos encontramos ante un grave desafío global.
Aunque
hay grandes diferencias entre países, en general, los jóvenes tienen casi tres
veces más posibilidades de estar desempleados que los adultos. Si descendemos a
nuestra realidad más inmediata, en una población pequeña como la de Euskadi nos encontramos con esta misma
situación, la misma incapacidad. 52.400
jóvenes (hasta 34 años) están demandando empleo (Lanbide, agosto de 2013),
representan el 30% del total de demandantes de empleo. Cuando analizamos las
realidades de otros países, observamos que en Alemania, Austria o Suiza y los
países nórdicos este problema es prácticamente inexistente. Han desarrollado a
lo largo del tiempo una cultura en sus sociedades que les lleva a poner en
valor la necesidad de educar e integrar a los jóvenes, diseñando un
ordenamiento social e institucional, que permite que sus jóvenes aborden la
transición al mundo del trabajo con garantías y seguridad, y menores fracturas
y dramatismos.
que aquí está la clave del auténtico
problema del desempleo juvenil, en
verlo sólo como un efecto de la crisis económica y financiera, y no como una grave ineficiencia del ordenamiento
económico-social, y que corresponde a otra manera de conceptualizar la
economía y sus organizaciones, en particular, la empresa. Sin empresas abiertas
y competitivas, que requieran de las competencias de las personas, no hay
empleo. Pero no hay esas empresas si no se involucran en la sociedad con un
sistema de valores que dé soporte sostenible a la permanente capacidad
innovadora de las personas y de las empresas, como afirma Santiago García
Echevarría, catedrático de Economía de la Universidad de Alcalá. Desde Ícaro
Think Tank pensamos que la innovación
social significa un cambio en las relaciones entre personas y entre grupos en
tres dimensiones (cooperación, participación e integración de los valores
económicos en los valores sociales) y que no habrá ningún problema humano
cuya solución no exija la innovación social. Pero también pensamos que no habrá
ningún problema humano cuya solución no exija una innovación tecnológica y
económica. Lo que tenemos que buscar es la buena combinación de los tres tipos
de innovación, evitando la excesiva competición entre los mismos.
sociedad que quiera ser verdaderamente avanzada tiene que garantizar que sus personas, y sus jóvenes de manera especial, puedan
adquirir las competencias que los preparen para ocupar empleos dignos, a
fin de poder prosperar y participar plenamente en la sociedad. No podemos dejar
esta cuestión al funcionamiento del mercado, y mucho menos abandonarlos a su
suerte. Detrás de las migraciones de los jóvenes está el problema de la falta
de trabajo, aunque a veces tratemos de plantearlo como una solución avanzada.
Pero, ¿realmente lo es? O ¿es más bien una dejadez al quitarnos el problema de
encima y una incapacidad en su gestión? Profundicemos
en este problema que es de todos. Si el auténtico
problema es que no hemos definido bien el problema, definámoslo bien. No
perdamos el horizonte, si de verdad queremos que las personas que quieran,
puedan vivir y trabajar en sus países de origen con dignidad. Una generación
está en riesgo.
con otras redes para que, juntos, promovamos con los organismos internacionales de referencia (OIT, Unesco, UE), un decenio 2017-2026 a favor del empleo juvenil en el mundo, que nos
permita desde Bilbao estar a la cabeza del conocimiento y experimentación de
vanguardia en este campo, porque estamos comprometidos con dar soluciones a
este problema.