Aprender del pasado para construir un mejor futuro. Es algo vital para permitir que el proyecto europeo salga adelante. Este mes de julio se cumplen 20 años de la tristemente famosa matanza de Srebrenica en Bosnia-Herzegovina. Un claro ejemplo de la pérdida de valores, una derrota sin paliativos para el propio ser humano. En este caso en concreto los verdugos fue un grupo de serbobosnios, la enésima demostración de la locura colectiva de un ejército que reclamaba para sí este terreno como parte de la ‘Gran Serbia’. La población civil fue exterminada sin escrúpulos. La pérdida de prestigio fue inmensa debido la impunidad con la que se perpetró el asesinato de civiles en el propio territorio europeo. Años después diferentes instituciones aprobaron y asumieron comunicados en los que admitían responsabilidades, empezando por la ONU, pasando por la UE y finalmente el propio parlamento de Serbia en el año 2010.
Todo empezó con la Guerra de Bosnia en el año 1992. En el punto álgido de la contienda las columnas de humo se podían ver desde la mismísima Venecia. Los serbios querían imponer su voluntad sobre el resto de etnias o religiones lo que desemboco en un enfrentamiento armado, ya que la región era un verdadero polvorín étnico. Durante el transcurso de la Guerra de los Balcanes en los 90, Bosnia-Herzegovina fue uno de los países que más sufrió, especialmente en el denominado ‘Sitio de Sarajevo’.
Una madre junto a su hija en el Memorial de Srebrenica. /The Times |
En este contexto tuvo lugar la ‘Masacre de Srebrenica’ en 1995, una aniquilación casi total de la población civil en su mayoría musulmanes, con el agravante de ser una zona desmilitarizada por la ONU controlada por Cascos Azules que asistieron impasibles a la matanza. Una limpieza étnica que se llevó por delante más de 8.000 personas, el mayor asesinato masivo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Los principales responsables fueron Ratko Mladic y Radovan Karadzic representantes militar y político de los serbo-bosnios. Este triste episodio histórico se cierra con los Acuerdos de Dayton en noviembre de 1995. Años más tarde, los hechos fueron juzgados por el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia. Estas fueron las palabras utilizadas por el magistrado Theodor Meron, responsable máximo de dicho tribunal:
“Buscando eliminar a una parte de la población bosnia musulmana, las fuerzas serbo-bosnias cometieron genocidio. Seleccionaron para su extinción a cuarenta mil bosnios musulmanes que vivían en Srebrenica, un grupo particularmente emblemático entre los bosnios musulmanes en general. Despojaron a todos los varones prisioneros, tanto militares como civiles, jóvenes como mayores, de sus pertenencias e identificaciones; y deliberada y metódicamente los eliminaron, únicamente en razón de su identidad”
Este suceso constituye sin duda alguna una sombra muy alargada sobre el proyecto Europeo. No obstante, los europeos hemos demostrado que juntos podemos avanzar hacia un futuro mejor y para conseguirlo los jóvenes deben estar presentes. Deben tener mayor protagonismo en la toma de decisiones y no limitarse únicamente a un evento al año, se deben escuchar sus prioridades. Me gustaría que las futuras generaciones pudiesen aprovechar los intercambios entre estudiantes, las becas y la posibilidad de adquirir experiencia laboral en países vecinos de la Unión. Me parece un enriquecimiento tanto personal como profesional fundamental para los jóvenes europeos. Incluso en estas horas bajas, con el ‘Greekxit’ la salida de Grecia del euro, incluso en este contexto defiendo la Unión Europea. Ahora bien, para los años venideros se debe cuidar la igualdad y la dignidad de todos los países miembros. Por último, me gustaría insistir en la importancia capital que tiene recordar la historia para cualquier pueblo para evitar errores pretéritos, como ya advertimos en uno de nuestros artículos sobre la fragilidad de la memoria.