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Sobre los signos de la época y el “happines per cápita”

Por Antonio Garrigues Walker. «Encuentros Multidisciplinares». Nº 30. Sept-Dic 2008

El jurista y patrono de la Fundación Ortega y Gasset, entre otros numerosos cargos, Antonio Garrigues Walker, publica un interesantísimo artículo en la Revista de Investigación, divulgación y debate multidisciplinar “Encuentros Multidisciplinares” en el que hace una serie de reflexiones acerca los signos -claves, ideas dominantes, objetivos, éxitos y fracasos- de nuestra época.

El signo más importante, y del que se derivan otros muchos más, lo resume así: “Estamos viviendo simultáneamente y de forma acelerada cuatro revoluciones básicas que están interactuando e interpotenciándose con altos niveles de sinergia: la revolución científica, la tecnológica, la cultural y la ética”.
Y plantea tres reflexiones profundas, a saber,
1. Que a pesar de existir una conciencia generalizada sobre la profundidad de los cambios que nos invaden, “nadie o casi nadie piensa en tomar medidas anticipadas”. Salvo dos excepciones a la “pasividad”: la educación escolar y universitaria en China, que se ha volcado decididamente a la generación de científicos y tecnólogos, y la actitud de algunas empresas norteamericanas, que han cancelado o vendido producciones aún rentables por otras con escaso valor actual pero con mucho potencial de futuro.
2. Que la cultura tecnocientífica y la cultura clásica no logran encontrar puntos válidos de convergencia. Porque las “ignorancias científicas de los hombres llamados cultos son realmente abrumadoras”. En opinión del autor, los filósofos y los sociólogos tendrán que dedicarse a “aglutinar y a interpretar todas las ciencias que estudian el ser humano como la neurobiología, la química, la física o las ciencias naturales (como ha pedido recientemente el filósofo John Searle).
3. Que todas las revoluciones que estamos viviendo van a necesitar un referente y un objetivo básico: la mejora de los conocimientos, los sentimientos y los apetitos humanos. Y añade que la búsqueda de la felicidad debe convertirse en el objetivo fundamental, incluso en un objetivo absoluto, aunque pensemos inteligentemente que es un objetivo imposible. Y dice más, el “happines per cápita” es el único índice por el que merece la pena luchar.


Y continúa su extenso discurso con categorizaciones como éstas: “No podemos aceptar que el resultado final del progreso científico y técnico consista en lo siguiente: producir en cadena individuos alimentados y fuertemente empobrecidos por horas y más horas de Internet, televisión y teléfono”. Y cita a Ortega, quien ”pedía a los profesores que al enseñar, deberían enseñar también a dudar de lo que enseñaban”, cuando explica que no es buena época para los dogmatismos. Porque «en esta época hay que prepararse, con buena paciencia y buena humildad, a convivir sin ningún estrés, plácidamente, con lo complejo y lo incierto.

Finaliza su larga disertación con un último comentario especialmente dirigido a los estudiantes diciéndoles que tienen la fortuna de ser jóvenes y el privilegio de recibir una educación excelente, por lo que se espera de ellos que tengan una mente global y no provinciana, “porque podéis dar por seguro, ya de forma definitiva, que el mundo es redondo y tenéis que conocer a fondo la relación entre ciencia, técnica, filosofía y ética; y definir vuestra propia postura”.

Tenéis que ser absolutamente honestos y honrados, tenéis que hablar además del inglés, dos o tres idiomas más, incluyendo el árabe, para que podáis participar activamente en la alianza de civilizaciones que la politización ha deformado y minimizado, tenéis que ser decididamente optimistas y positivos frente al futuro y tenéis que lograr, en concreto, que vuestro happines per cápita no baje nunca de seis o siete sobre diez, y si bajara tendréis que cambiar vuestro comportamiento y vuestros objetivos. Tenéis que dar por seguro que en cualquiera de los oficios que elijáis, la ciencia y la técnica os afectarán y tenéis que luchar sin desmayo por la paz.

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