Las recientes aventuras de China en África son bien conocidas, como también los intentos de Occidente de mantener el ritmo, pero ahora es Rusia la otra gran potencia está entrando en África a lo grande. Rusia se está quedando con contratos de gas y petróleo con la intención de adquirir aún más influencia en el mercado mundial de la energía.
Gazprom, el monopolio energético estatal ruso, obtuvo en septiembre pasado concesiones de gas en Nigeria, que, en opinión de los expertos, tiene una de las mayores reservas mundiales de este recurso. Pero es que lo que quiere Rusia no son sólo gaseoductos y oleoductos; quiere también ganarse a la gente. Y así ha cancelado deuda africana por valor de 20.000 millones de dólares.
Y todo esto tiene a Europa muy preocupada, ya que si Rusia controla el abastecimiento de gas natural del este -a través de las reservas de Gazprom en Asia Central- y del sur, Europa quedaría rodeada, con escaso margen para encontrar fuentes de suministro alternativas.