Querido estudiante: No serás el único con dudas, ni el primero. Yo también las he tenido cuando era joven. Es normal. ‘Estudiante’ también es femenino. Las chicas parecen tener más dudas que los hombres. “Persiste cierto sesgo de género que insiste en que las mujeres estamos más dotadas para los trabajos que conllevan cuidados, comunicación, intervención en el medio social”, escribe Elena de los Ríos en la revista ‘Mujer Hoy’ en un artículo del pasado 18 de Julio titulado “¿Por qué las niñas no quieren ser ingenieras?”. Ese mismo día apareció en El Correo otro artículo de la periodista Marta Fernández Vallejo ‘Estudiantes brillantes sin miedo al futuro laboral’ en el que dice que “entre los estudiantes brillantes hay muchos que optan por especialidades de letras, artes, política, sociología… que según las estadísticas tienen un encaje laboral más difícil que los títulos biosanitarios, las ingenierías o las carreras relacionadas con la empresa. Son jóvenes que eligen sus estudios por vocación y sin miedo al futuro laboral.” Así es. Las estadísticas de empleo pueden influir hasta cierto punto pero no deben ser determinantes para la elección de un empleo. Lo primero es la vocación.
“¿Es difícil la carrera de física?” preguntó un estudiante de segundo de bachillerato a Arturo Quirantes, profesor titular de Física en la Universidad de Granada (en Naukas, una plataforma de divulgación científica en español). A lo que éste respondió “Creo que todas las carreras tienen su punto de dificultad. Lo que creo que caracteriza la Física es que requiere vocación. Si la Física no te gusta, no hay nada que hacer. Pero si te gusta acabas sacándola. Eso no quiere decir que resulte fácil, claro. Es difícil, pero si cuentas con el factor ‘me gusta’ se hace llevadera”… Y “si al final no sale, siempre puedes tirar la toalla a mitad de la carrera y cambiarte a otra cosa. Mejor perder un par de años a los veintitantos que encerrarse en una vida que no deseas.” (Hace años hacer la mili era obligatoria y “perdías” por lo menos un año. Lo cual es una verdad a medias. En la mili en Bélgica es cuando empecé a estudiar español en mis ratos libres. Hoy la mili ya no es obligatoria por lo que “ganas” un año.)
(Fons Sapientiae – Fuente de la Sabiduría, del estudiante «Fonske» – «Alfonsin» – en Lovaina. )
Un amigo mío empezó a estudiar química y después de suspender el primer año cambió a farmacia y sacó el diploma. Otro amigo, después de terminar el doctorado en química y, ya instalado como farmacéutico, se especializó en la alimentación para deportistas.
Para que a un joven le guste la ciencia mucho depende de cómo enseña el profesor de bachillerato. Si la enseña como una materia seca, no va a ser atractiva. El primero que tiene que tener entusiasmo y saber contagiarlo es este profesor. A mí me transmitió el amor por la química mi profesor de colegio que era un sacerdote que había ido solo un par de años a la universidad y ni había sacado el título de licenciado. Y enseñaba con pasión otras asignaturas como el griego contándonos con imaginación la historia de Aquiles en la Ilíada de Homero. Sabía ponerse al nivel del estudiante. Para que te guste la física o la química tienes que comprenderla, vivirla. No son fórmulas matemáticas abstractas. Tienen su significado y detrás de ellas hay una realidad que se “siente”, que te puedes “imaginar” y mostrar con el experimento. La caída de una manzana de un árbol inspiró a Isaac Newton la teoría de la gravedad. En el cole no hicimos experimentos químicos, no había un laboratorio. Mi primer experimento químico lo hice en mi casa. Fue bastante ruidoso. Había hecho una mezcla de azufre y azúcar que hice explosionar con un golpe de martillo en el sótano de mi casa. Casi me quedo sordo… pero feliz.
Cuando has sacado el título universitario en ciencias se te abren cantidad de posibles empleos muy diversos y en la mayoría de los casos no sabes con antelación si vas a poder elegir el que más te atrae o si el que te va tocar te va gustar hasta que trabajas en él. Porque en gran medida el puesto de trabajo lo desarrollas tú mismo, dentro del marco de la actividad de la empresa naturalmente. Aunque también puede ocurrir que como resultado de una investigación, un trabajo tuyo, la empresa empiece algo nuevo. Es lo que se llama ser intraemprendedor.
“Sabes por qué entras pero no por dónde vas a salir. Quizá entras con la idea de ser astrofísico, y luego acabas haciendo física de coloides, o alguna otra cosa que ni siquiera conocías al principio”, le dijo el profesor Arturo Quirantes al estudiante, Y al término de los estudios la cosa sigue más o menos igual. “No sé qué tenemos los físicos que valemos para todo, somos como una navaja suiza. Tengo compañeros que han acabado dando clases, otros haciendo investigación en empresas, o haciendo labores de informático. Hay trabajos que puede hacer un físico con facilidad: estadística, informática, matemáticas. La verdad, conozco pocos compañeros en paro” continuó respondiendo el Profesor Arturo Quirantes.
Mi propia experiencia también quizás puede servir un poco para explicar lo imprevisible que es una carrera profesional de alguien que estudió ciencias.
Después de terminar mi doctorado en química física y de haber hecho la mili, me surgió una oferta de empleo para trabajar como investigador en el laboratorio de polímeros de la multinacional holandesa SHELL en Delft. Después de una visita con entrevistas durante dos días en instalaciones de la empresa en los Países Bajos, y cuando ya estaba a punto de firmar el contrato y de hacer las maletas para trasladarme a ese país, ocurrió un imprevisto. Me llamó un amigo, mayor que yo, también químico, que trabajó en el centro de investigación de la multinacional belga de refino de petróleo y petroquímica PETROFINA para decirme que se había presentado una vacante para dirigir el laboratorio de técnicas de separación y la planta piloto de procesos de refino. Era en Bruselas cerca de mí casa y más en línea con la disciplina físico-química, que era la mía. No lo dudé, mandé una carta a la SHELL diciéndoles que lo sentía mucho…
Y cuando has empezado un empleo, lo más seguro es que no será el último, ni sabes cuál va a ser el siguiente. Yo tampoco lo sabía. Trabajé durante casi 11 años en LABOFINA, hasta que ocurrieron dos hechos muy distintos uno de otro pero ambos dieron lugar a un giro muy importante en mi carrera profesional.
Por un lado se empezó a hablar de transferir el centro de investigación de PETROFINA al sur de Bruselas, en Valonia, a más distancia de mi casa recién construida en el Brabante Flamenco. (Actualmente el centro de investigación está en Feluy y pertenece a la multinacional TOTAL en la que fusionó PETROFINA). Por otra parte, en 1968, me llegó la noticia de que en Bizkaia se iba a construir una refinería de petróleos, a través de extractos de prensa que me envío mi suegro desde Bilbao. Entré en contacto con Petronor por primera vez durante mis vacaciones en 1969 y después de dos años de correspondencia, entrevistas y negociaciones, finalmente me decidí y me trasladé con mi familia a Madrid para incorporarme en esta empresa en octubre de 1971 para trabajar en el Departamento Técnico en Madrid en los preparativos de la puesta en marcha de la refinería, y después participar en la puesta en marcha efectiva en julio de 1972. Terminada la puesta en marcha, me encargaron el Departamento de Servicios Técnicos y unos años después el Departamento de Procesos y Sistemas que se ocupó de los nuevos proyectos de la refinería, para terminar mi carrera traspasado a la casa madre REPSOL donde se había creado la Dirección de Ingeniería para todas las empresas del Grupo, como jefe de Ingeniería Conceptual y Básica de proyectos de refino y petroquímicos en el País Vasco y Cantabria. Todo esto no me lo podía haber imaginado cuando salí de la universidad, y menos en el colegio.
Conozco a una joven Doctora en Química que ha encontrado su primer empleo en una empresa de servicios de la energía eólica, y está entusiasmada, y otra, licenciada en química, que está emprendiendo en el mundo de la economía circular, porque le encanta. Las dos tienen espíritu de “emprendedora”.
No hay que estar demasiado preocupado por el futuro. Tienes que dedicarte a lo que te gusta, a tu vocación. Y lo que te gusta y tu vocación pueden cambiar a lo largo de tu carrera. Es más difícil que hagas algo bien si no te gusta.