Recientemente ha aparecido la noticia de que un grupo de profesores de diversas disciplinas humanísticas, coincidiendo en su preocupación por la situación de las Humanidades en la enseñanza y en la sociedad, han redactado un manifiesto en defensa de éstas abierto a todo aquél que quiera sumarse, y que desde el Ícaro Think Tank, especialmente su núcleo más joven, recibimos con mucho entusiasmo.
Entre sus firmantes encontramos a Victoria Camps, muy querida por NSF, como primera ponente de nuestro I Seminario Ícaro, y Salvador Giner, presidente del Institut d’Estudis Catalans (IEC), institución que ha amparado la difusión de este manifiesto.
Nos recuerdan estos pensadores que “Las dificultades con las que se encuentran las humanidades se inscriben en una crisis más general del saber, también del saber científico, a menudo valorado sólo por sus aplicaciones prácticas y sin que se lo relacione con la pregunta por el sentido.
La merma de la cultura humanística comporta el empobrecimiento del pensamiento, la precariedad del discurso ético y la pérdida de la cohesión de nuestra civilización. En este sentido, es urgente salir del analfabetismo funcional y simbólico, que deja grandes vacíos en el sistema de referencias personales y colectivas y permite sumisiones y manipulaciones.
La educación se ha erigido en un reto capital en un mundo que tiende al individualismo y a la desvinculación de las responsabilidades compartidas”.
Es decir, crisis del saber que no del conocimiento, como nos recuerda Jose Luis Sampedro: “Vivimos en una sociedad, muy rica en conocimiento científico y enormemente pobre en sabiduría, que es el arte de vivir, de llevar al colmo las potencialidades de la existencia humana”. Frase que recogíamos en nuestro Position Paper “Idear el mundo después de la crisis”.
Txomin Bereciartua, nuestro presidente honorífico y promotor del Ícaro Think Tank, coincide en esta preocupación, en especial la falta de referente, y anda “barruntando” un plan para devolverle brillo a la formación humanística.
Esto es lo que nos escribía recientemente a los miembros del Ícaro Joven: “Una sociedad que no cuenta con “personas referentes” es una sociedad en cierto modo perdida y esto es lo que en mi opinión está pasando ahora. Vivimos en momentos de crisis profunda de la que el desconcierto de nuestra manera de vivir y de nuestra economía es un mero reflejo. Nos habíamos acostumbrado a vivir por encima de nuestras posibilidades en un mundo de Jauja y de pronto todo se nos ha venido abajo y nos hacemos preguntas profundas ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué hemos llegado a donde hemos llegado? ¿Dónde está el camino de salida de esta situación?
Miramos un lado y a otro y no encontramos quién nos responda. Nos faltan esas personas referentes que marquen. Tenemos que formarlas”.
Aquí nos encontramos con otra de las grandes claves para salvar las Humanidades: la Educación, la necesidad de recuperar el pensamiento renacentista, la persona con desarrollo integral, sin la artificiosa separación entre Ciencias y Letras. Seamos de Ciencias Culturales como dice Aitor, uno de los miembros del Ícaro Joven.
Afirma Oscar, otro Ícaro Joven, que nos hemos “desdotado” de modelo educativo: «En España, en democracia, no ha habido nunca un pacto de Estado sobre la educación. En las últimas dos décadas, precisamente aquellas en las que el mundo está cambiando a velocidad vertiginosa, se ha convertido en una especie de instrumento al servicio del gobierno de turno, como lo demuestra los constantes cambios en la ley. Y tal vez se ha perdido mucha perspectiva, porque el modelo educativo, en sentido amplio, forma a las personas “que serán”, y en consecuencia, a la sociedad “que seremos”.
Nuevas preguntas se abren si profundizamos en el tema. En los últimos años se ha acusado a la Universidad de ser una fábrica de desempleados, personas formadas en modelos productivos alejados de la realidad de las empresas. Por otra parte buscando lo anterior ha “olvidado” su papel en la formación de espíritus críticos. Todo esto le lleva a estar en aguas de nadie ¿mano de obra, o filósofos?
Y qué decir de las organizaciones ¿dónde ha quedado el espacio para acoger la reflexión, la deliberación, la ética? ¿Qué tipo de profesionales buscan, cómo son acogidos los humanistas?
Desde el Ícaro Joven recibimos entusiasmados este manifiesto y nos proponemos desarrollar en este 2013, de la mano de Josetxu Villacorta, Catedrático Emérito de la Universidad de Deusto, un proyecto que desde la humildad de nuestras capacidades favorezca el renacimiento del interés de éstas ciencias, las Humanidades, que nos liberan y preservan el futuro de nuestra sociedad.