Economía de proximidad
Sin olvidar el importante papel que la Globalización ha desarrollado en el acercamiento al “otro”, hay que volver la vista a la Economía de proximidad.
Como destaca Juan José Goñi[1] “Lo global progresa homogeneizando la diversidad, … refuerza el sentido de pertenencia e identidad de lo propio, de lo individual. La alternativa es: lo mío o lo de todos. Valoramos lo mío frente a lo de todos, lo público, que pertenece a muchos desconocidos entre sí. … Con pocas opciones de sentir e influir en lo público abandonamos el interés por aquello que no sea lo rigurosamente particular. Son terceros impersonales los que nos conducen a través de la política, el mercado, los movimientos religiosos y los principios universales del bien público, la libertad, la democracia y la ética, generando una desafección de las personas respecto de los problemas sociales. La sostenibilidad, la eco-economía, la calidad de vida, la diversidad, la solidaridad y otras capacidades de las que adolecen los sistemas vigentes dependen de volver a reconsiderar el valor de lo próximo, la forma en la que nos organizamos socialmente y cómo repensamos la gestión de los bienes particulares y colectivos….”[2]
En esta línea de pensamiento se sitúa el informe de Michèle Deboneuil[3] “La economía cuaternaria, un crecimiento sostenible a construir” dirigido a la secretaria de Estado del Gobierno francés. En él se apuesta por el concepto de economía cuaternaria, como aquélla en la cual los bienes y servicios se reúnen en ofertas agrupadas con el fin de satisfacer mejor las necesidades de cada persona, ¿por qué deberíamos tener cada uno un vehículo en el centro de la ciudad si podemos disponer de un coche en servicio libre? ¿Es necesario invertir en una cortadora de césped si es dos veces menos costoso hacer mantener tu jardín?
El reto es “pasar de un sistema en el que los flujos de consumo o de energía son absolutamente delirantes para ir hacia otro en el que se satisfacen las necesidades de los más cercanos geográficamente y los deseos de los más próximos. Se trata al mismo tiempo de un vivero de empleo considerable que beneficiará al conjunto de la población, en términos de calidad de vida, de bienestar, así como de desarrollo sostenible”[4].
Responsabilidad en un mundo globalizado.
“Hace mil años la humanidad vivía en circunstancias tales que ignoraba los propios confines de la Tierra y la naturaleza y características de sus habitantes. No podía existir, en consecuencia, la cosmovisión de un destino común, de unas implicaciones éticas propias de este destino común.”[5]
Gracias al desarrollo de los medios de comunicación conocemos más, e incluso a tiempo real, por lo que somos más responsables de lo que ocurre en el planeta y ya no podemos mirar hacia otro lado. Esto también es Globalización y es la razón por la cual se ha incorporado este término como valor en el Libro Verde de Innobasque” Hacia una Sociedad Vasca 2030 basada en valores Innovadores”.
La globalización implica que
todo pasa a ser próximo, por tanto todo lo que acontece nos es prójimo[6]
todo pasa a ser próximo, por tanto todo lo que acontece nos es prójimo[6]
Como bien se afirma en este Libro Verde, entender la Globalización como valor resulta complicado, y más si atendemos a las consecuencias que hemos ido dibujando en el presente informe. Sin embargo, en este contexto se pueden tomar diferentes actitudes: conciencia global de nuestros actos, de sus causas y consecuencias; mentalidad global puesta en los entornos locales; capacidad de adaptarse a las peculiaridades de cada entorno en función de las peculiaridades sociales, etc.
En este sentido, el desarrollo de una actitud abierta a descubrir las potencialidades de este “mundo sin alrededores” ha facilitado un cuidado cada vez mayor del medioambiente, conscientes de que los retos de sostenibilidad son globales.
Pero también se debería favorecer la internacionalización de todos los aspectos del progreso humano: de nada serviría lograr detener el deterioro del medio ambiente si no se puede asegurar al mismo tiempo una calidad de vida mínima a los seres humanos actuales y futuros, fruto de entendernos una sola ciudadanía. Este punto también tiene su reflejo en otro de los valores llamados a gestar la Euskadi del 2030: La Cooperación[7].
Cooperar implica dos aspectos fundamentales: que el fin sea compartido y consensuado, y que la consecución de dicho fin implique colaboración.
Para buscar esta visión global y diseñar los mecanismos para su puesta en marcha necesitamos soñar a nivel global un modelo aceptable para todos pero sin homogeneizaciones, respetando la rica diversidad del ser humano ejemplificada en la multiplicidad de pueblos y culturas del planeta, por pequeñas que sean.
Ahora tenemos la oportunidad: los Objetivos del Milenio. Hace más de 10 años, 192 líderes de estado se reunían en Naciones Unidas con el objetivo de reducir la pobreza en el mundo a la mitad para el año 2015. Un acuerdo que superaba las actitudes caritativas, comprometiendo libremente a países desarrollados y en vías de desarrollo.
Los diferentes objetivos (erradicar la pobreza extrema y el hambre, educación universal, igualdad entre los géneros, reducción de la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA, mejora del medioambiente y el fomento de una asociación mundial) han seguido diferentes suertes. Si bien se han producido avances hacia su cumplimiento con la tasa de mortalidad infantil y en el logro de la enseñanza primaria universal,…, seguimos lejos de alcanzar el cumplimiento previsto, a casi 3 años del plazo marcado.
Podemos pensar que son las instituciones internacionales las encargadas de la puesta en marcha de mecanismos para su cumplimiento, pero las empresas también tienen un importante papel que jugar, necesitamos que también ellas se comprometan con los ODM. Pues como nos recuerdan desde Ecología y Desarrollo: “En un mundo cada vez más interdependiente, hacer negocios pensando en las repercusiones a largo plazo, en el medio ambiente y en las personas en situación de pobreza produce un co-beneficio. Las empresas impulsan la competitividad y descubren nuevas oportunidades de mercado. A la vez, estos nuevos modelos de negocio contribuyen al desarrollo sostenible y a la lucha contra la pobreza. Los ODM necesitan del sector privado para su consecución, y las empresas necesitan sociedades más prósperas para operar con trabajadores cualificados, mercados activos y un marco regulatorio que facilite sus negocios y operaciones”.[8]
Revitalización de la participación ciudadana.
Como afirmamos en puntos precedentes, la participación de la ciudadanía en nuestra sociedad democrática también ha entrado en crisis, con graves repercusiones para alcanzar un satisfactorio nivel democrático, especialmente en cuanto a la Unión Europea se refiere.
En un estudio de la propia Fundación sobre la Gobernanza[9] se recogía que para que un gobierno sea abierto y participativo (base de una democracia efectiva) en él deben participar un buen número de agentes interesados, externos a los propios dirigentes políticos. Tradicionalmente se ha hablado de la participación civil entendida ésta como todos aquellos agentes, organizaciones y empresas, que influyen más o menos en el espacio social y político[10].
Tanto ésta como la participación de los ciudadanos no asociados, a través de los canales tradicionales y no tradicionales, ha ido descendiendo en los últimos años fruto de esta “modernidad líquida” que presentamos en los puntos precedentes.
La actual etapa histórica que vivimos nos envuelve en unas pautas de comportamiento individualistas (“sálvese quien pueda”), y la falta de un liderazgo político ilusionante se refleja en una ciudadanía hastiada, poco participativa e incluso que desconfía cada vez más de las instituciones.
Por ello urge impulsar de nuevo la cooperación entre ciudadanos y sectores sociales, políticos y económicos en pro de la construcción del marco de trabajo y decisión diario, buscando el asentamiento de los valores de apertura, participación, coherencia, responsabilidad y eficacia, que consoliden una Gobernanza sana.
Especial importancia merece la puesta en marcha de medidas ilusionantes para la juventud; los jóvenes de nuestra sociedad no presentan una alta tasa de participación en la vida política, ni a nivel electoral ni a nivel de participación continua. Viendo en ellos a la ciudadanía del futuro, aquella para la que “diseñamos” la Revolución Humana, no podemos permitir que queden al margen de los procesos de consulta y decisión.
Es imprescindible abrir vías de participación donde estos jóvenes se sientan escuchados y representados, se perciban como parte activa de la sociedad y no como meros sujetos pasivos consumidores. Las nuevas tecnologías suponen una
oportunidad para facilitar la participación, pues permiten que la actual relación de la administración con sus ciudadanos sea mucho más rápida, abierta y participativa. Sin obviar los canales tradicionales de consulta y comunicación, las administraciones deben esforzarse en sacar el máximo rendimiento a este soporte, a todos los niveles existentes (información, consulta, co-acción).
oportunidad para facilitar la participación, pues permiten que la actual relación de la administración con sus ciudadanos sea mucho más rápida, abierta y participativa. Sin obviar los canales tradicionales de consulta y comunicación, las administraciones deben esforzarse en sacar el máximo rendimiento a este soporte, a todos los niveles existentes (información, consulta, co-acción).
En esta línea, la Fundación Jaume Bofill trabaja por avanzar en el grado democrático de nuestras sociedades a través de las nuevas tecnologías. Especialmente Internet, al que consideran un canal de comunicación interactiva y multidireccional entre representados y representantes que aumenta la capacidad de información y comunicación en ambos sentidos, aumentando la transparencia de la información pública y el control de los ciudadanos sobre el Gobierno y el Parlamento[11].
Hace ya más de 10 años la Fundación Jaume Bofill puso en marcha la iniciativa Democracia.web[12], un proyecto que nació en Cataluña con el apoyo de su Parlamento buscando acercar la ciudadanía a éste, a través de nuevas tecnologías como instrumentos de perfeccionamiento de la democracia y divulgación de la actividad parlamentaria, acercándola a la ciudadanía con voluntad informativa y promotora de una mayor participación ciudadana en el proceso democrático, especialmente en el debate legislativo.
Nuevas técnicas de intervención social.
En esta necesidad de construir nuevas sociedades – en las que se recupere la prevalencia de los principios éticos sobre individualismos ambiciosos y excluyentes, además de los desarrollos científicos y tecnológicos- se necesita dar un nuevo impulso al desarrollo de la investigación en Ciencias Humanas y Sociales, especialmente de las técnicas de intervención social que permitan ayudar a resolver problemas.
En definitiva orientarnos hacia la Innovación Social que no es otra cosa que buscar nuevas y efectivas respuestas a los problemas sociales. Pues como bien afirma Innobasque “es preciso superar un enfoque técnico o simplemente empresarial de la innovación. Existen un conjunto de retos, que no son tecnológicos, y que son cruciales para nuestro futuro, como la potenciación de la educación, la propia cohesión social, la construcción de una sociedad multiétnica, multicultural y trilingüe, la igualdad real de género,… Todos ellos son fundamentales para alcanzar el éxito de nuestra transformación que, necesariamente, será social si en lo económico pretendemos tener éxito”[13].
Por ello, en ese proceso de cambiar pautas de comportamiento, de constituirnos en nuevos seres sociales, como apuntábamos anteriormente, la capacidad de innovación, de adaptación a los contextos buscando soluciones propias, necesita de todo el potencial que brinda la investigación en Ciencias Sociales y Humanas. Este conjunto de estudios, base del patrimonio heredado, del conocimiento, de los valores y de la comprensión del cambio social, van a adquirir cada vez mayor importancia en el corazón de las organizaciones.
Multitud de proyectos se están llevando a cabo en este sentido, por ejemplo la apuesta por los valores de la Innovación: Cambio, Conocimiento, Cooperación y Globalidad.
Es un proceso que implica a toda la sociedad, tanto desde las administraciones públicas con su apoyo a este tipo de proyectos, como los centros del conocimiento que deben generar investigación sobre estas áreas, y sobre los cauces para su puesta en marcha.
En esta línea se sitúa también el Laboratorio de Investigación de Innovación Social (LIIS) de la Fundación Novia Salcedo. El LIIS junto con su Ícaro Think Tank, es la apuesta decidida de NSF por construir un pensamiento compartido que ayude a trasformar dicho pensamiento en acción, asentando las bases de los valores y caminos a proponer a empresas y organizaciones de la sociedad, que permita resolver problemas compartidos.
[1] Juan José Goñi es director de Aldaizea –Ingeniería de Ideas y miembro del Ícaro-Think Tank de la Fundación Novia Salcedo.
[2] GOÑI ZABALA. J.J., “Elogio de la proximidad”, Diario Noticias de Gipuzkoa. 22 abril
2010.
2010.
[3] Michèle Deboneuil es
inspectora general de finanzas, profesora en el HEC.
inspectora general de finanzas, profesora en el HEC.
[4] DEBONEUIL, M. “L’économie
quaternaire: une croissance durable à construiré”. 2010.
quaternaire: une croissance durable à construiré”. 2010.
[5] MAYOR ZARAGOZA, F. ““La verdad más incómoda todavía: la gente” Anuario CEIPAZ.
[6] INNOBASQUE, “Libro Verde: Hacia una Sociedad Vasca 2030 basada en Valores Innovadores”, 2010.
[7] IDEM
[10]Según Larry Diamond (“Repensar la Sociedad Civil”), la Sociedad Civil se concibe como el espacio de la vida social organizada, que voluntariamente autogenerada, altamente independiente, autónoma del Estado y limitada por un orden legal o juego de reglas compartidas. Es distinta de “la Sociedad” en general, por cuanto involucra a ciudadanos actuando colectivamente en una esfera pública para expresar sus intereses, pensiones e ideas, intercambiar información, alcanzar objetivos comunes, realizar demandas al Estado y aceptar responsabilidades oficiales del mismo.
[11] FUNDACIÓN JAUME BOFILL, Colombo Vilarrasa, C. “Participación ciudadana en la Red”, 2005.
[13] INNOBASQUE –AGENCIA VASCA DE INNOVACIÓN, “¿Cómo es una sociedad innovadora”, 2010.