También se empieza a aplicar la táctica a los varones que necesitan que se les convenza de que “valen mucho”. Nada más ni nada menos la segunda respuesta a mi consulta ha sido un artículo publicitario en la página web de Topmadrid.com, con el título significativo y elocuente: “COSMÉTICA MASCULINA, porque tú lo vales…”. Está escrito por una mujer, Clara Isabel Buedo, y dice: “¿Por qué considerar los productos para el cuidado de la piel monopolio femenino? Sin ánimo de etiquetar ni encasillar a nuestros orgullosos varones, se intuye que se está acuñando un nuevo término para definir al hombre del siglo XXI: übersexual… que —en un alarde síntesis— viene a ser el hombre fuerte de pelos en pecho, seguro de sí mismo y que le gusta cuidarse… Sin intención de levantar polémicas ni herir la inexpugnable vanidad masculina, este término se está haciendo eco en más de una revista de ‘tendencias’, parece que ahora lo más cool es ser übersexual, atrás quedó la metrosexualidad, esos machos que se depilaban como las féminas… a más de uno le parecía ir contra-natura, y
No creo que yo sea un “metrosexual”, porque a mi solo me han depilado en las partes donde el cirujano (no estético) necesitaba meter la tijera o una sonda exploradora. Tampoco que sea un “übersexual”, que parece haber sido inventado por los alemanes y en castellano significaría “sobresexual”. No llego a tanto, porque cada mañana me afeito la barba, lo que posiblemente no hace un desaseado «übersexual». Lo que no se discute es que hay que cuidar la piel por razones de higiene y salud, pero no “para valer más.”
¿A qué viene todo lo anterior? Es la consecuencia de leer un artículo interesante de José María Romera en El Correo del 13 de julio pasado con el título: “Sobreestimados e infravalorados”. Solo daré algunos extractos: “Podría decirse que el hombre de hoy sobredimensiona su propia estima en el plano social y político mientras que la infravalora en el plano personal, emocional y afectivo. Por una parte las estadísticas de atendidos en consultas psiquiátricas muestra cómo crece exponencialmente el número de personas infelices y descontentas consigo mismas, pero por otra todo el mundo tiende a considerarse acreedor de todos los derechos y merecedor de reverencias por parte de los otros”… “El discurso publicitario y el político transmiten al sujeto -consumidor más que ciudadano, número más que individuo- la impresión de que es importante, magnífico, perfecto. Se trata de halagarle para captar su voluntad y atraerlo hacia la marca o el partido correspondiente mediante el siempre eficaz recurso a la adulación”…”Los mensajes narcisistas del entorno ya no surten efecto cuando el individuo ha perdido la fe en sus capacidades y en sus cualidades. La evaluación da como resultado un suspenso demoledor”. Etc… Es aconsejable continuar a leer aquí