En estos días de confinamiento, importantes pensadores nos invitan a reflexionar sobre las enseñanzas que se pueden extraer de la pandemia que también derivará en crisis económica y social.
Durante el último fin de semana de marzo hemos leído entrevistas a diferentes pensadores preguntados sobre la pandemia: dos filósofos españoles, Adela Cortina y Emilio Lledó, y un sociólogo francés, Alain Touraine. Los tres, personalidades de referencia en sus áreas de conocimiento. Los tres, profesionales con gran experiencia debido a su edad y trayectoria.
Emilio Lledó y los clásicos. Salir de la caverna y que nadie se aproveche de lo vírico
… «La filosofía, el más esencial y uno de los más postergados saberes, es un faro que alumbra caminos en la noche», señala Pablo de Llano en el diario El País, en su entrevista a Emilio Lledó, filósofo y luz de referencia en el pensamiento español. Quien responde que estos días “dialoga con los clásicos” que le reconfortan en medio del caos incomprensible. La Odisea de Homero, al que lee en griego. La Misericordia, de Pérez Galdós. Y, de vez en cuando, el Quijote. Son los libros que le acompañan en esta situación que él llama “inexperimentada”, puesto que es algo nuevo, inaudito, que desconcierta a todos.
No sabe Lledó qué brotará de esta experiencia, solo espera que intentemos reflexionar con una nueva luz, como si estuviéramos saliendo de la caverna de la que hablaba el mito de Platón, en la que los hombres permanecen prisioneros de la oscuridad y las sombras. Este es su deseo, pero le preocupa que el virus sirva en cambio para ocultar otras pandemias gravísimas, plagas como el deterioro de la educación, de la cultura y del conocimiento. «Debemos estar alerta para que nadie se aproveche de lo vírico para seguir manteniéndonos en la oscuridad y extender más la indecencia», destaca.
Y hace hincapié en la importancia de apoyar lo público. Siguiendo las enseñanzas de los clásicos que relee, destaca a Aristóteles, uno de los padres de la filosofía occidental, que en su Política ya decía que la ciudad –la “polis” en la antigua Grecia- tiene que tener un solo fin, el bien común. Sucede con la sanidad y con la educación, que desde su punto de vista tiene que ser una y la misma para todos, y no debe estar marcada por clases económicas.
Es clave, por tanto, para el ciudadano actual, cultivar la inteligencia crítica y «ser capaz de plantearse las preguntas propias de una mente libre: quién nos dice la verdad, quién nos engaña, quién quiere manipularnos». Y desea sinceramente que esta crisis nos sirva para algo como sociedad. «Que propicie un nuevo encuentro con los otros en la “polis”, en la vida en común».
Adela Cortina y su construcción del futuro día a día con todo el capital ético
La filósofa Adela Cortina asegura por su parte -en una entrevista realizada a la agencia EFE- que la sociedad va a cambiar radicalmente después de esta pandemia de coronavirus. Y afirma que para poder salir adelante se va a necesitar «toda la capacidad moral y todo el capital ético» de cada uno para que nadie se quede en el camino.
Destaca que los seres humanos deben plantearse el futuro y decidir si quieren una sociedad unida en la que trabajar juntos para que la gente esté mejor, o una sociedad marcada por la separación, la polarización y el conflicto. Si elegimos esto último se nos irá todo al traste, opina, y sufrirá todo el mundo, desde los más vulnerables hasta los más poderosos.
Insiste Adela Cortina en que la solidaridad, la justicia y las buenas decisiones se cultivan, y eso va conformando un “carácter” en los pueblos y las gentes. Nos recuerda lo que siempre se dice en estos casos: hay que convertir las crisis en oportunidades de crecimiento; pero asegura que de la crisis económica de 2007 no hemos aprendido nada. Porque observa, tanto en la ciudadanía como en la política, las mismas actitudes de antes, el mismo jugar al día, a la baza más cercana, nunca pensar en el medio y largo plazo. Y añade que se trata de construir el futuro cada día, que es algo muy amplio.
Como catedrática de Ética y presidenta de la Fundación ETNOR (Ética de los Negocios y las Organizaciones Empresariales), defiende igualmente que en estos momentos las empresas “tienen que ser éticas”. Alerta de la posibilidad de que haya empresas que aprovechen este momento para eliminar puestos de trabajo de una manera que no es en absoluto necesaria. Algo que considera de una inmoralidad impresionante. Y concluye que lo mismo se puede aplicar a la política: “la que no se preocupa del bien común es una mala política, además de ser inmoral”. Curiosamente cita el bien común, como lo hace Emilio Lledó. Tomemos nota.
Alain Touraine y la recuperación de una sociedad de servicios entre humanos: los cuidadores
En cuanto al tercer pensador destacado estos días, el francés Alain Touraine -uno de los últimos supervivientes de una generación brillante, que marcó las ciencias sociales y el pensamiento occidental desde mediados del siglo XX- dice que ahora siente un gran vacío.
No critica el empleo de la palabra “guerra” para definir la actual situación como han hecho algunos políticos, pero precisa que sería una guerra sin combatientes. Lo humano contra lo no humano. El silencio.
Lo que más le impresiona ahora, en tanto que sociólogo o historiador del presente, es que hacía mucho tiempo que no sentía tal vacío. Hay en su opinión una ausencia de actores, de sentido, de ideas, de interés incluso: la única preferencia del virus es hacia los viejos. Tampoco hay remedio ni vacuna. No hay armas, la gente va con las manos desnudas, encerrados solos y aislados, abandonados. No hay que estar en contacto y hay que encerrarse en casa. ¡Esto no es la guerra! señala.
Alain Touraine, muy europeísta, probablemente demasiado según él mismo dice, recuerda que la marcha de Reino Unido de la Unión Europea no es poca cosa, lo mismo que el ascenso de los liberales como Salvini en Italia, en un periodo en el que no se sabe ni cómo ni por qué. Es demasiado pronto, según su parecer, para saber qué hacer económicamente, y políticamente no se pide otra cosa que quedarnos encerrados en casa.
Ahora hay dos decisiones fundamentales que se presentan para Europa. Primero, la liberación por medio de las mujeres. Es decir, el derrumbamiento de la razón en el centro de la personalidad y la recomposición de los afectos en torno a la razón y la comunicación, una sociedad del “care” (en inglés, cuidados). Y segundo, la acogida de los migrantes, que considera un problema de peso. Nuestros países europeos se definen hoy por su actitud ante los migrantes.
Habrá otras catástrofes en los años venideros, posiblemente catástrofes ecológicas importantes. Las epidemias no lo son todo. Y Touraine piensa que entramos en un nuevo tipo sociedad: una sociedad de servicios, como decían los economistas, pero de servicios entre humanos. Esta crisis empujará hacia arriba la categoría de los cuidadores, concluye.
Buenas cuestiones para seguir reflexionando durante el confinamiento.