El informe de la OIT “Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo. Tendencias 2020” pretende estar a la altura de los enormes desafíos sociales y de empleo que se plantean en el mundo del trabajo. Están incluidos entre ellos las desigualdades y la exclusión. Y nunca había sido tan necesario configurar un panorama claro de las tendencias sociales y de empleo a escala mundial.
El informe señala que es preciso ofrecer pruebas y perspectivas novedosas que mejoren nuestra comprensión del funcionamiento del mercado laboral en el mundo. Siendo también muy necesario presentar los datos más recientes que caracterizan las dificultades por las que atraviesa dicho mercado. Los problemas y las dificultades con que tropiezan las políticas necesitan que se reflexione de manera crítica sobre los métodos y sobre los conceptos. Hay que preguntarse, por ejemplo:
- Si la tasa de desempleo es la medida más fiable del mal funcionamiento del mercado laboral.
- Si las personas en edad de trabajar pueden o no desarrollar todo su potencial en el trabajo.
- Cuáles son los grupos de trabajadores que están ganando y cuáles perdiendo.
Y todas las respuestas a estas preguntas pueden contribuir al diseño de políticas económicas y sociales que hagan posible un desarrollo sostenible e inclusivo. La medición en estos casos se vuelve crucial para evaluar la percepción, cada vez más creciente, de que los mercados laborales no están distribuyendo adecuadamente los frutos del crecimiento económico.
Para plasmar un panorama claro de las tendencias sociales y del empleo, este informe parte de cuatro premisas fundamentales:
- En primer lugar, es muy probable que la disminución del crecimiento económico proyectado y la falta de inclusión perjudiquen la capacidad de los países de menores ingresos para reducir la pobreza y mejorar las condiciones de trabajo.
- En segundo lugar, una medición más completa de la subutilización de las personas en edad de trabajar revela importantes lagunas en el acceso al trabajo; la tasa de «subutilización total de la fuerza de trabajo» tiende a acentuarse y supera ampliamente la del desempleo.
- En tercer lugar, incluso cuando las personas tienen un empleo, siguen existiendo deficiencias significativas en la calidad del trabajo. El trabajo decente tiene que ver con la adecuación de los salarios o de los ingresos del trabajo por cuenta propia, con el derecho a la seguridad del empleo y a un lugar de trabajo seguro y saludable, el acceso a la protección social, la oportunidad de expresar las propias opiniones y preocupaciones a través de un sindicato, una organización de empleadores u otro órgano representativo, así como con otros derechos fundamentales como la no discriminación. Los déficits en materia de trabajo decente son especialmente pronunciados en la economía informal, que registra las tasas más altas de pobreza entre los trabajadores y un elevado porcentaje de personas que trabajan por cuenta propia o de trabajadores familiares auxiliares que carecen de la protección adecuada.
- En cuarto lugar, prevalecen importantes desigualdades en el acceso al trabajo y en la calidad del mismo. Entre ellas se encuentran las principales líneas de segmentación entre los trabajadores, según su ubicación geográfica (entre países y entre trabajadores de zonas urbanas y rurales), sexo y edad. Además, los nuevos datos de la OIT sobre las rentas del trabajo (para todos los trabajadores, incluidos los autónomos) demuestran que la desigualdad de ingresos es mucho mayor de lo que se pensaba.