Como señala el Informe de la OIT, las desigualdades y los déficits generalizados de trabajo decente no solo conducen a la ineficiencia económica, sino que también pueden socavar la cohesión social dentro de los países. Durante el año 2019 ha crecido la incidencia de las protestas en siete de las once sub regiones del mundo. Resulta significativo el dato e indica que el descontento con la situación social, económica o política no disminuye. El mensaje de este informe es que los objetivos de lograr el pleno empleo y elevar el nivel de vida en todo el mundo son tan esenciales hoy en día como siempre.
El ritmo y el tipo de crecimiento económico en los países de bajos ingresos pone en peligro los esfuerzos para reducir la pobreza y mejorar las condiciones de trabajo
En cuanto al tipo de crecimiento, el informe señala que se necesitaría una transformación estructural, una actualización tecnológica y una diversificación para desplazar el empleo de las actividades de bajo valor añadido a las de mayor valor añadido. Sin embargo, los progresos en este aspecto siguen siendo demasiado limitados en los países de bajos ingresos. Por ejemplo, entre 2000 y 2018 la proporción de empleo en las ocupaciones agrícolas y elementales disminuyó:
- 6 puntos porcentuales (hasta el 69 por ciento) en los países de bajos ingresos
- 10 puntos porcentuales (hasta el 49 por ciento) en los países de ingresos medios-bajos
- 15 puntos porcentuales (hasta el 32 por ciento) en los países de ingresos medios-altos.
Por lo tanto, un primer mensaje clave es que el ritmo y el tipo de crecimiento no solo dificultan la reducción de la pobreza en los países de bajos ingresos, sino que también obstaculizan las posibles mejoras en el trabajo decente.
La subutilización total de la fuerza de trabajo es más del doble que el desempleo, y afecta a más de 470 millones de personas en todo el mundo…
El segundo mensaje clave de este informe es que el desajuste entre la oferta y la demanda de mano de obra se extiende mucho más allá de los 188 millones de desempleados en todo el mundo en 2019.
- Otros 165 millones de personas tienen empleo, pero desean trabajar más horas pagadas.
- Alrededor de 120 millones de personas no están clasificadas como desempleadas, pero están marginalmente vinculadas al mercado de trabajo y podrían encontrar empleo en un futuro próximo.
- Más de 470 millones de personas en todo el mundo carecen de un acceso adecuado al trabajo remunerado como tal o se les niega la oportunidad de trabajar el número de horas deseado.
Estas conclusiones muestran el valor de una comprensión y una medición más completas de la subutilización en el mercado laboral, además de la medición tradicional de la tasa de desempleo.
… y se espera que la escasez de puestos de trabajo continúe en un futuro próximo
La tasa de desempleo mundial se situó en el 5,4 por ciento en 2019 y se prevé que no varíe esencialmente en los próximos dos años. Esto significa que la disminución gradual de la tasa de desempleo observada entre 2009 y 2018 parece haberse detenido. Asimismo, se prevé que la tasa combinada de subutilización de la fuerza de trabajo se estabilice ligeramente por encima del 13 por ciento.
La reducción subyacente del crecimiento del empleo está relacionada, como señala el informe, con una desaceleración de la actividad económica mundial, especialmente en el sector manufacturero. Dado el alto nivel de incertidumbre sobre la forma en que las tensiones comerciales y geopolíticas de los próximos años incidirán en la confianza de las empresas y los consumidores y, por consiguiente, en la creación de empleo, es difícil predecir cómo evolucionarán las diversas medidas de la infrautilización de la fuerza de trabajo.
La reciente disminución de la tasa mundial de desempleo ha sido impulsada principalmente por los países de altos ingresos. Efectivamente, el crecimiento del empleo en estos países ha sido sorprendentemente enérgico, teniendo en cuenta su bajo nivel medio de crecimiento económico durante la última década. Esto puede servir para refutar las afirmaciones de que el cambio tecnológico está llevando a pérdidas masivas de empleos. Sin embargo:
- el crecimiento del empleo en los países de altos ingresos se produjo a costa de reducir el crecimiento de la productividad laboral, ya que los puestos de trabajo se crearon principalmente en el sector de los servicios, en el que el valor añadido medio por trabajador es relativamente bajo.
- varios países de ingresos medios que han sufrido crisis económicas en los últimos años siguen teniendo tasas de desempleo elevadas; es poco probable que vuelvan a lograr un fuerte crecimiento del empleo en el futuro próximo, en vista de las perspectivas poco halagüeñas de la economía mundial.
El acceso al trabajo remunerado no es garantía de trabajo decente…
El tercer mensaje clave de este informe corrobora lo que ya sabemos, a saber, que tener un trabajo remunerado no supone una garantía de condiciones de trabajo decentes o de un ingreso adecuado para muchos de los 3300 millones de empleados en todo el mundo en 2019. Con demasiada frecuencia, la falta de ingresos u otros medios de apoyo financiero obliga a los trabajadores a realizar trabajos que son informales, están mal remunerados y proporcionan poco o ningún acceso a la protección social y a los derechos laborales. Este es el caso especialmente de los 1400 millones de trabajadores por cuenta propia y trabajadores familiares auxiliares en los países de ingresos bajos y medios, que suelen estar empleados de manera informal, trabajan en condiciones vulnerables y con ingresos muy inferiores a los que tienen un empleo asalariado.
Incluso en los países de altos ingresos, un número creciente de trabajadores por cuenta propia tiene que lidiar con condiciones de trabajo deficientes, una situación que se refleja en parte en el hecho de que está disminuyendo la diferencia relativa de rentas del trabajo de estos últimos respecto de la de los asalariados. Sin embargo, los propios empleados están frecuentemente sujetos a contratos inciertos, bajos ingresos e informalidad. En total, alrededor de 2000 millones de trabajadores en todo el mundo están empleados de manera informal, lo que representa el 61 por ciento de la fuerza de trabajo mundial.
… y más de 630 millones de trabajadores en todo el mundo siguen viviendo en la pobreza extrema o moderada
Las malas condiciones de trabajo también se manifiestan en los bajos ingresos. En 2019, más de 630 millones de trabajadores en todo el mundo –es decir, casi uno de cada cinco, o el 19 por ciento de todos los empleados– no han ganado lo suficiente para salir ellos mismos y sus familias de la pobreza extrema o moderada, que se define como la situación en la que los trabajadores ganan menos de 3,20 dólares de los Estados Unidos al día en términos de paridad de poder adquisitivo. Si bien la tasa de trabajadores pobres ha ido disminuyendo a nivel mundial, los progresos realizados en los países de bajos ingresos han sido muy limitados. El elevado crecimiento del empleo previsto en estos países, impulsado principalmente por la creación de empleos de baja calidad, significa que se espera que el número de trabajadores pobres aumente en 2020-2021.
Como consecuencia de todo ello, el objetivo de erradicar la pobreza extrema en todas partes para el año 2030 –Objetivo 1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible– será aún más difícil de alcanzar. El insuficiente crecimiento económico per cápita es una de las razones por las que aún no se ha podido mejorar de forma tangible los medios de vida de tantos trabajadores en los países de bajos ingresos, que están quedando rezagados en ese sentido respecto a los países de ingresos medios.
Los mercados de trabajo del mundo se caracterizan por grandes desigualdades, como las considerables disparidades geográficas en el acceso al trabajo decente…
El cuarto mensaje clave de este informe es que prevalecen las desigualdades sustanciales en el mercado laboral. Para empezar, la ubicación geográfica de una persona determina en gran medida su probabilidad de encontrar un trabajo remunerado de buena calidad. Los países de bajos ingresos tienen la mayor relación empleo-población (68 por ciento), ya que muchos trabajadores vulnerables se ven obligados a aceptar cualquier trabajo independientemente de
su calidad. De hecho, los trabajadores de estos países son también los que más probabilidades tienen de estar sometidos a malas condiciones de trabajo y de vivir en la pobreza (la tasa combinada de pobreza extrema y moderada llega al 66 por ciento).
Entre las once subregiones del mundo, las tasas de desempleo registradas son:
- África Septentrional (12 por ciento)
- Asia Central y Occidental (9 por ciento)
- Asia Sudoriental y el Pacífico (3 por ciento)
- América del Norte (4 por ciento)
El subempleo por insuficiencia de horas de trabajo afecta solo a alrededor del 1 por ciento de todos los trabajadores tanto en América del Norte como en Europa Oriental, pero afecta al 8 por ciento de los empleados en América Latina y el Caribe y hasta el 13 por ciento en los países de bajos ingresos de todo el mundo.
Las disparidades geográficas dentro de los países también son relevantes. Los nuevos datos de la OIT permiten estudiar las diferencias en el acceso al empleo según se viva en zonas rurales o urbanas. A nivel mundial,
- la tasa de empleo de la población en edad de trabajar que vive en las zonas rurales (59 por ciento) es superior a la de las zonas urbanas (56 por ciento).
- el subempleo por insuficiencia de horas de trabajo en las zonas rurales (6 por ciento) es mayor que en las zonas urbanas (4 por ciento).
Estas divisiones son más acentuadas en los países de bajos ingresos. Las disparidades entre las zonas rurales y urbanas pueden verse exacerbadas en el futuro por las transformaciones que lleva aparejadas el cambio tecnológico. En Asia y el Pacífico, por ejemplo, el progreso tecnológico y las políticas diseñadas para fomentar la innovación parecen estar creando empleos e ingresos a un nivel desproporcionadamente más alto en las zonas urbanas.
Las disparidades geográficas en los resultados del mercado de trabajo a menudo incitan a los trabajadores a migrar en busca de mejores oportunidades. Se estima que la proporción de la población mundial en edad de trabajar que vive en zonas urbanas ha registrado un aumento, pasando del 50 por ciento en 2005 al 55 por ciento en 2019, lo que indica que se ha producido una importante migración del campo a los centros urbanos. Esta migración ha sido más intensa en los países de ingresos medios-altos, donde se estima que dos tercios de la población en edad
de trabajar en 2019 vivirá en zonas urbanas, lo que supone un aumento de más de 10 puntos porcentuales desde 2005. Entretanto, la migración internacional plantea problemas adicionales a los trabajadores migrantes afectados, que muy a menudo no gozan de los mismos derechos que la población nacional del país de destino.
… y las mujeres y los jóvenes se enfrentan a obstáculos adicionales para su participación en el mercado laboral
Los mercados laborales contemporáneos también siguen caracterizándose por la desigualdad de género. En 2019, la tasa de participación de la mujer en la fuerza de trabajo era solo del 47 por ciento, 27 puntos porcentuales por debajo de la tasa del hombre (74 por ciento). Hay una fuerte variación regional en las disparidades de género en el acceso al empleo. Los estereotipos de género que hacen hincapié en el papel de la mujer como principal cuidadora y en el del hombre como principal sostén de la familia siguen profundamente arraigados en algunas regiones. La subutilización de la mano de obra femenina es muy pronunciada en África Septentrional y en los Estados Árabes, y afecta a alrededor del 40 por ciento de las mujeres de la fuerza de trabajo ampliada en ambas subregiones (en comparación con solo el 20 y el 12 por ciento de los hombres, respectivamente).
Además del acceso al empleo, también persisten las disparidades de género en relación con la calidad del trabajo. Esto es cierto incluso en regiones donde las mujeres han hecho importantes avances en el mercado laboral.
- En América Latina y el Caribe, por ejemplo, el nivel medio de estudios de las mujeres supera actualmente al de los hombres, pero las mujeres de la subregión siguen ganando un 17 por ciento menos por hora trabajada que los hombres.
- La edad es otra característica indicativa de las desigualdades del mercado laboral. La asombrosa cifra de 267 millones de jóvenes de 15 a 24 años de edad en todo el mundo (o el 22 por ciento de ese grupo de edad) no tienen empleo ni educación o formación. Además, muchos de los jóvenes que tienen trabajos remunerados han de superar trabas para conseguir un trabajo decente.
- En África, por ejemplo, la informalidad afecta al 95 por ciento de los jóvenes trabajadores. Dado que se prevé que aumente considerablemente, en términos absolutos, la población del grupo de edad de 15 a 24 años en África, la creación de un número suficiente de oportunidades de trabajo decente es uno de los problemas más apremiantes que afronta esa región.
- En Europa y Asia Central, los trabajadores jóvenes también se enfrentan a considerables desafíos en el mercado laboral: la calidad de los empleos disponibles para los trabajadores jóvenes se ha visto afectada por la creciente incidencia del empleo temporal en esa región.
Los nuevos datos de la OIT muestran que la participación de las rentas del trabajo en el PIB a escala mundial está disminuyendo…
Por último, la desigualdad de acceso al trabajo decente se traduce en desigualdades de ingresos elevadas y persistentes. Una dimensión clave de la desigualdad de ingresos son los ingresos procedentes del trabajo, que son fundamentales para el sustento de unos 3300 millones de trabajadores en todo el mundo. Sin embargo, hasta hace poco no se disponía de estimaciones fidedignas y comparables a escala internacional de los ingresos laborales para la gran mayoría de los países debido a la falta de datos fiables sobre los ingresos laborales de los trabajadores por cuenta propia, que constituyen casi la mitad de la fuerza de trabajo mundial. Gracias a la intensa recopilación de datos y a la elaboración de modelos, la OIT ha podido llenar este vacío y arrojar nueva luz sobre las principales tendencias de la desigualdad de ingresos.
La proporción de la renta del trabajo –en contraposición a la proporción de la renta nacional que va a parar a los poseedores de capital– disminuyó a nivel mundial del 54 por ciento en 2004 al 51 por ciento en 2017. El descenso ha sido más pronunciado en Europa y Asia Central y en América. En los países de altos ingresos, la disminución de los ingresos laborales de los trabajadores por cuenta propia, en comparación con los de los empleados, es un factor clave de la disminución agregada.Teniendo en cuenta este factor, la OIT concluye que la proporción de ingresos del trabajo ha disminuido más de lo que sugerían las estimaciones disponibles anteriormente. Esta constatación es coherente con un escenario en el que las nuevas formas de trabajo están erosionando el poder adquisitivo de los trabajadores autónomos.
… y la desigualdad de ingresos a nivel mundial es mayor de lo que sugieren las estimaciones anteriores
El nuevo conjunto de datos disponibles muestra que la distribución de los ingresos laborales mundiales es muy desigual. En 2017, un trabajador perteneciente al decil superior de la distribución mundial de la renta del trabajo ganaba un promedio de 7400 dólares de los Estados Unidos mensuales, mientras que un trabajador del decil inferior ganaba solo 22 dólares mensuales (ambas cifras en términos de paridad de poder adquisitivo). Si bien la desigualdad de la renta del trabajo a nivel mundial ha disminuido en los últimos quince años –como resultado de la convergencia económica impulsada por países como la India y China, que han disfrutado de un aumento de la renta media del trabajo–, la desigualdad dentro de los países se ha estancado durante el mismo período.
Los nuevos datos sobre las rentas del trabajo también indican que en estudios anteriores se ha subestimado considerablemente el verdadero alcance de la desigualdad en los países de bajos ingresos, debido a su dependencia de los gastos de los hogares como variable sustitutiva de los ingresos totales. Por ejemplo, la proporción combinada de los ingresos que corresponden a las clases media y media-alta, que anteriormente se pensaba que era similar en todos los países, es de hecho mucho menor en los países de bajos ingresos, mientras que la proporción correspondiente a la clase alta es mayor en estos mismos países. En conjunto, la desigualdad de ingresos a nivel mundial es, por lo tanto, más pronunciada de lo que se pensaba.