Un artículo del Icaro Joven de NSF : Aitor Anchía, Jaime Balaguer, Steffen Bay Rasmussen, Irati Cifuentes, Xabier Gómez, Eider Inunciaga.
La constitución Francesa de 1793, en su artículo 28, hace referencia al derecho de un pueblo a revisar, reformar y cambiar su constitución, de modo que una generación no pueda imponer sus leyes a generaciones futuras. Sin duda son palabras que deben permanecer en la memoria colectiva de todos, y más aún, en un escenario tan desolador como el actual, que bien podría equipararse a un nuevo Episodio Nacional de Pérez Galdós.
Nuestra generación se ha forjado al abrigo de una opacidad institucional impropia de una democracia del siglo XXI. No podemos dejarnos imbuir por este panorama que barre nuestro futuro, diluyendo nuestras expectativas colectivas y esperanzas personales. Debemos y tenemos que construir nuestro porvenir.
En pleno 2013 nos encontramos ante una situación tremendamente difícil. Si la crisis económica no era suficiente, a ésta se le ha sumado una grave enfermedad en la pauta de comportamiento de la clase política, con el consiguiente anquilosamiento de las instituciones públicas, y que no es otra que la corrupción. La falta de transparencia, es un síntoma evidente de esta afección. Como resultado, la sociedad en su conjunto esta experimentando una crisis moral y ética sin parangón.
Damos por sentado que esta coyuntura no se prolongará ad infinitum, pero no podemos permitir que la iniciativa para hacer frente a todos estos problemas emane única y exclusivamente de los mismos que los están protagonizando.
Recientemente, se ha puesto de manifiesto esta situación con los sangrantes casos de corrupción que copan el mapa político actual. Es por ello, que necesitamos urgentemente reactivar la confianza en nuestros políticos disipando la poca o nula que nos transmiten a los jóvenes, pues es necesario un compromiso de lealtad con la ciudadanía que impulse el paso de una relación cliente-proveedor, a una de socios. Pero ¿Cómo podemos conseguir aumentar la confianza en las personas y en las instituciones? Fundamentalmente, haciendo prevalecer un comportamiento ético y transparente en todos nuestros actos, esa es la clave de bóveda para la recuperación de la confianza mutua. La educación que se recibe desde la niñez juega un papel vital, tal y como se ha podido observar en la enseñanza de la Europa nórdica, donde el civismo y el conocimiento crean una amalgama muy enriquecedora. Ambos son valores que han brillado por su ausencia en nuestra reciente formación y que deseamos, forme parte del ADN de la educación que vamos a recibir las generaciones venideras.
Como bien indicaba el profesor Albert Serra, Director del Instituto de Gobernanza y Dirección Pública de ESADE, en el reciente III Seminario Ícaro Think Tank de Novia Salcedo Fundación, la transparencia es un medio para luchar contra la corrupción y una forma de que la ciudadanía participe en la idea de Buen Gobierno. Serra hizo continuas referencias a la situación actual, donde la corrupción está a la orden del día en todos los periódicos de ámbito nacional. Serra dejó entrever la posibilidad de que a los poderes del Estado les interesaba que estos casos estuviesen en primera plana para evitar o camuflar el verdadero problema, que no es otro que la mala gestión pública que ha sido protagonizada por los partidos políticos en las instituciones públicas. Por todo lo expuesto, es preciso recalcar la importancia de la transparencia, ya que aporta seguridad jurídica y permite controlar los resultados y el impacto de las acciones que se llevarán a cabo. Sin embargo hemos de constatar que no sólo el sector público ha protagonizado estos bochornosos escándalos, también el sector privado ha sido parte activa y cómplice de esta conducta impropia al instigarla, en muchos casos, para participar de los beneficios. En resumidas cuentas, tanto el sector público como el privado han participado en el contubernio.
La sociedad debe ser capaz de dejar a un lado los casos de corrupción, y comenzar a mencionar los índices de confianza. El individualismo cooperativo puede y debe convertirse en el hilo conductor principal en la recuperación de la misma. Como jóvenes tenemos que estar en la avanzadilla que lo teja.
No debemos enmarañarnos en un círculo vicioso. Los útiles que nos pueden servir para comenzar a dinamizar la transparencia no difieren sustancialmente de las siguientes acciones: liderar de manera compartida, cohesionar a los agentes implicados, ser flexibles, romper con el cortoplacismo, presionar socialmente para motivar el cambio, dotarnos de planes de acciones con indicadores visibles, medir la calidad, comunicar tanto los resultados positivos como los negativos, auditar, rendir cuentas, medir los impactos, gestionar el talento, ser eficientes y contrastar opiniones…
Todo este proceso descrito conlleva una gran complejidad, que requerirá lo mejor de cada uno de nosotros. ¡Qué esta enérgica juventud nos dé fuerzas! También para los gobiernos, que tendrán que comprometerse con la ciudadanía, ubicando la transparencia como piedra angular de sus políticas. A pesar de la complejidad y de la incertidumbre de lo que nos deparará el futuro, desempolvaremos a modo de incentivo, las palabras que ya hace algún tiempo pronunció el historiador italiano Leo Valiani, cuando al ser preguntado sobre el siglo XX, manifestó: <<Nuestro siglo demuestra que el triunfo de los ideales de la justicia y la igualdad siempre es efímero, pero también que, si conseguimos preservar la libertad, siempre es posible comenzar de nuevo… Es necesario conservar la esperanza incluso en las situaciones más desesperadas>>. Preservemos pues nuestra libertad mediante la transparencia en aras de un nuevo comienzo.
Bravo, bravo y bravo! No puedo decir otra cosa.
Estos chicos han expresado a las mil maravillas el sentimiento que nos invade. Ojalá seamos capaces de tomar nota todos para salir de este atolladero sin sentido!
"La mataron entre todos y ella sola se murió" ¡Vaya contemporáneos y prebostes! que diría el clásico…el mundo necesitado de revolución como de toda la vida. "Esperanza no, que es tardía" Nuestras mejores intenciones y decisión para echar a corruptos y corruptores de nuestras vidas que nos la dan con queso, de cartón piedra…
Es reconfortante ver que haya jóvenes que no tiran la toalla. La transparencia no se crea espontáneamente. Hay que exigirla y presionar sin tregua. Hay que conseguir también una total independencia de la justicia del mundo de la política. No es de recibo que los políticos elijan a los jueces, que son los que puedan dar caza a los "piratas" modernos. De esto último más en:
http://marismeno.blogspot.com.es/2013/04/del-juego-de-la-mentira-y-las-islas-del.html
Un abrazo al equipo Ícaro Joven