Han pasado cinco años desde que en el Seminario de Bolonia “Programas Doctorales para la Sociedad Europea del Conocimiento”, en Salzburgo, se sacaron conclusiones y se hicieron recomendaciones, conocidas como los 10 Principios de Salzburgo.
Estos principios básicos se formularon así:
1. El componente básico de la formación doctoral es el avance del conocimiento mediante la investigación original. Al mismo tiempo se reconoce que la formación doctoral debe cada vez más con las necesidades de un mercado de trabajo que es más amplio que el mundo académico.
2. Incorporación de las estrategias y políticas institucionales: universidades e instituciones necesitan asumir la responsabilidad de garantizar que los programas de doctorado y la formación en investigación que ofrecen estén diseñados para afrontar los nuevos retos e incluyan oportunidades de desarrollo profesional adecuadas.
3. La importancia de la diversidad: la rica diversidad de programas doctorales en Europa – incluyendo a doctorados conjuntos – es una fortaleza que debe ser apuntalada por la calidad y la práctica acertada.
4. Los candidatos doctorales como investigadores de fase inicial: deben ser considerados como profesionales – con derechos apropiados – que hacen una contribución clave a la creación de nuevo conocimiento.
5. El papel crucial de la supervisión y de la evaluación: con respecto a los candidatos doctorales individuales, acuerdos para la supervisión y evaluación deberían estar basados en un marco contractual transparente de responsabilidades compartidas entre los candidatos doctorales, los supervisores y la institución (y donde sea apropiado incluyendo también a otros participantes)
6. Alcanzar la masa crítica: Los programas doctorales deberían perseguir el alcance de la masa crítica y deberían recurrir a las diferentes tipos de prácticas innovadoras que se están introduciendo en las universidades en toda Europa, teniendo en cuenta que soluciones diferentes pueden ser apropiadas en contextos diferentes y en particular en grandes y pequeños países europeos.
7. Duración: Los programas doctorales deberían operar en un tiempo de duración apropiado (tres a cuatro años a tiempo completo como regla)
8. La promoción de estructuras innovadoras: para satisfacer al reto de la formación interdisciplinaria y del desarrollo de aptitudes transferibles.
9. Aumentar la movilidad: Los programas doctorales deberían perseguir tanto una movilidad geográfica como interdisciplinaria e intersectorial y una colaboración internacional en un marco integrado de cooperación entre universidades y otros partners.
10. Asegurar una financiación apropiada: el desarrollo de programas doctorales de calidad y la finalización exitosa por los candidatos doctorales requiere una financiación apropiada y sostenible.
Durante el año 2010, el Consejo para la Educación Doctoral (CED) de la Asociación de Universidades Europeas (AUE), mediante su “Iniciativa Salzburgo II”, ha consultado a sus 185 miembros a través de grupos de enfoque, de reuniones de un día y de talleres, para ver cómo los principios de Salzburgo han sido implementados. En la Reunión Anual de Berlín en Junio, los resultados preliminares fueron discutidos por las universidades y otras partes interesadas de 36 países. Los resultados de estas discusiones confirmaron la validez de los principios originales de Salzburgo, pero añaden algunas “claves de éxito” nuevas así como definen los obstáculos para las universidades para continuar reformando su educación doctoral. Estas “claves de éxito” se refieren a un rango amplio de asuntos que van desde la capacidad de investigación al aseguramiento de la calidad, pero convergen en tres puntos mayores en los que hay un amplio consenso entre las universidades europeas.
En primer lugar, el doctorado está (y debería estar) basado en la investigación original; las estructuras deben ser contempladas como herramientas para la responsabilidad institucional para proveer un entorno de investigación de alta calidad e inclusivo. Es importante para las universidades construir sobre una masa crítica de investigación para sostener la educación doctoral. Esto también significa que la educación doctoral es profundamente diferente a los ciclos primero y segundo.
En segundo lugar, el aspecto individual de la educación doctoral ha sido recalcado. Como investigadores, los candidatos doctorales tienen todos trayectorias altamente individuales, porque la buena investigación no sigue un curso recto y predecible. Lo mismo aplica a las carreras de investigador: tenedores del doctorado ocupan posiciones muy diferentes donde su mentalidad investigadora es de un alto valor. La educación doctoral debe procurar un espacio amplio y un soporte para su desarrollo individual.
Tercero, las universidades europeas han sido el motor principal de las reformas y se puede decir que han estado globalmente en la vanguardia de la educación doctoral. Es importante tomar nota del progreso realizado por las universidades y darles la autonomía necesaria para continuar desarrollando la educación doctoral.
Las recomendaciones recogidas de Salzburgo II serán presentadas a las Conferencias de Rectores Europeos, que constituye el Consejo de la AUE, en su próxima reunión antes de la Conferencia Anual de la AUE en Palermo.