Una de las conclusiones a las que llegaron fue que el “modelo de dirección” que predomina en las organizaciones más grandes está seriamente trasnochado, ya que tiene sus raíces en el siglo XIX y fue inventado para resolver un problema: cómo hacer que seres humanos semicualificados hicieran la misma cosa una y otra vez con cada vez más eficiencia y con la misma perfección. Entonces era importante resolver este problema, pero no es el reto más importante para las empresas actuales. Por todo esto, dicen, es necesario reinventar la dirección de empresas para que las organizaciones sean esencialmente más adaptables, más innovadoras y que se conviertan en lugares de trabajo más inspiradoras, haciéndolas tan humanas como los trabajadores que realizan su labor dentro de ellas.