(Ref.: EduInfo, la newsletter de educación de la Unesco)
El terremoto del 12 de enero de 2010 destruyó completamente la Universidad Quisqueya de Haití, y mató a 17 estudiantes y miembros del personal. En la Newsletter de Educación de la UNESCO, EduInfo, Jean O’Sullivan (J.O.S) entrevistó al rector de la universidad, el matemático Jacky Lumarque (J.L.), sobre lo que pasó después. Diez días después del terremoto el rector organizó un sistema de voluntarios capacitados, que daría lugar a un nuevo modelo de educación emergente de las ruinas, como un fénix que resurge de sus cenizas.
J.O.S.: ¿Cómo empezó?
J. L.: En primer lugar los estudiantes de medicina montaron una tienda en una parcela de aparcamiento. Al principio fueron supervisados por sus profesores y después por médicos eslovacos que llegaban con medicinas y equipos buscando un sitio para trabajar. Luego los estudiantes montaron una clínica móvil. Después tocó poner en marcha puntos de distribución de agua fresca. Los estudiantes de ingeniería y medio ambiente salieron a la calle y ayudaron a la gente organizarse en comités para gestionar los campamentos improvisados así como introduciendo tareas de zonificación, saneamiento y gestión de residuos. ¡La Universidad se había convertido en una máquina gigante de voluntariado! Once tiendas de campaña adicionales fueron montadas. Los estudiantes recibieron un “crash course” sobre soporte psicológico y lo pusieron en práctica casi de inmediato en las calles. También quedaron involucrados en la organización de talleres de terapia artística para niños durante los fines de semana. Unos 150 al mismo tiempo en una de las tiendas. Yo les decía: “La calle es ahora vuestra universidad”. En el fin de semana los estudiantes se reunieron con sus profesores para formalizar la educación informal que habían recibida durante la semana, o para fijar la teoría sobre las prácticas. Estamos trabajando en un sistema para darles créditos académicos por este trabajo. Ha cambiado para ellos el paradigma de la educación. Se han dado cuenta que la futura educación no debe ser en un sentido único, que no debe tener lugar entre cuatro paredes, con un profesor que lo sabe todo dispersando conocimiento. Con la iniciativa del voluntariado el conocimiento se adquiere en la calle y el profesor acompaña el proceso. Estamos desinstitucionalizando el conocimiento.
J.O.S.: ¿Los estudiantes eran capaces de seguir estudiando?
J.L.: Cableamos una de las tiendas. Lo llamamos “la tienda digital”. Se mantuvieron videoconferencias con universidades hermanas de Montreal y Paris para estudiantes de Máster. Estamos mirando a clases online para permitir a los estudiantes terminar sus cursos para graduado.
J.O.S.: ¿Cuál es el paso siguiente?
J.L.: Dado que 400 a 500 nuevos estudiantes no podían empezar el segundo semestre, lo que tenía que suceder a finales de Enero, les estamos dando ahora un curso básico y fundamental de 15 semanas en educación general combinado con cursos cortos en gestión básica, logística, primeros auxilios, prevención de riesgos, organización comunitaria, etc. El gran reto es levantar la universidad y funcionar de una manera sostenible montando un sistema de patrocinio en el que los donantes soportan a estudiantes individuales hasta llegar a $200 al mes. Esto les permite satisfacer sus gastos básicos de manutención mientras sigan actuando como voluntarios, pero también para pagar los costes de matriculación y así contribuir al funcionamiento y los gastos de personal de la universidad. Estamos muy necesitados de este patrocinio dado que somos una universidad privada y no recibimos nada del estado.
Un Proceso de Bolonia a pie de calle…