El parlamento europeo no ha dado todavía el sí a esta iniciativa que ha abierto un debate lleno de dudas y controversia.
La nueva Directiva de Tiempo de Trabajo, pendiente de la aprobación del Parlamento, establece la posibilidad de ampliar la jornada laboral semanal a 65 horas. Para evitar posibles abusos se especifica que la ampliación de horario se debe de hacer a través de acuerdos individuales entre empresario y trabajador y -como media- durante un período de tres meses.
Aprobada después de 6 intentos y cerca de 4 años de debates -países como España, Bélgica, Chipre, Grecia y Hungría se abstuvieron en la votación- esta directiva fue presentada por Eslovenia, cuya ministra de Trabajo señala que «ofrece protección para los trabajadores y flexibilidad en la ordenación del tiempo de trabajo». Opinión bien distinta a la de su homólogo español, que la ha tachado de «regresión en la agenda social», diciendo que «Nos acercamos más al siglo XIX que al XXI».
Salvador del Rey, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social y socio director del área laboral de Cuatrecasas, insite en que hay que dar la bienvenida a la propuesta «con reservas». «El contenido es enormemente complejo y, además, esto es una directiva, no un reglamento, por lo que ofrece enorme libertad de aplicación y de mejora. No impone la nueva semana sino que la permite». Y explica: «ante circunstancias difíciles de controlar para una empresa, ésta podrá optar entre contratar empleados temporalmente y ofrecer a su plantilla cubrir ese pico de trabajo».
a las que se acogen más de 600 millones de personas en el mundo, «son excesivas» e inciden en el riesgo de accidente y enfermedad laboral.
Por el contrario, la productividad no se ve afectada: Polonia, que tiene la jornada laboral más prolongada de la UE (40,1 horas/semana) presenta el menor nivel de producción.
La decisión está en manos del Parlamento Europeo y, aunque se aprobara, tendría que ser revisada pasados cuatro años.