Cinco jóvenes estudiantes de FP Básica comparten con Javier Balma, DEIA su experiencia en el programa puesto en marcha por Fundación Novia Salcedo, Hetel, y el Departamento de Departamento de Empleo, Cohesión Social e Igualdad de la Diputación para mejorar sus oportunidades de lograr un empleo.
Y eligieron caminar. Pronto además. En algunos casos, apenas alumbrada la adolescencia quinceañera ya se han lanzado a la aventura de ser adultos. Al menos, de tener un trabajo sobre el que poder empezar a levantar algo propio. Un sueño, una vida… En breve darán otro paso más. Su periodo de prácticas. Serán dos meses y, con el verano a la vuelta de la esquina, saben que las oportunidades para apuntalar su futuro laboral se acrecientan. Aunque eso suponga quedarse sin vacaciones. Aunque solo tengan 16 años, como es el caso de Paula, Natalia y Celeste; o 17 como Unax o 21 como Xabier.
Chicas y chicos –como otro medio centenar más– que este año han sido parte activa en el despliegue de un programa específico puesto en marcha en cuatro centros educativos vizcainos de FP de Hetel (Somorrostro, Peñascal, Margotu y Ángeles Custodios) que les ayuda a tener las ideas claras y a ganar confianza en sí mismos para allanar esa transición del mundo educativo al laboral. Un requisito intachable para cualquier persona que esté en una situación similar, pero imprescindible en sus casos ya que son adolescentes que, en algún momento, se han planteado dejar los estudios.
«Nada difícil», «relajado»…
Pero esto es distinto. El planteamiento de esta intervención socioeducativa les gusta. No les aburre ni les agobia ni les cansa. Son clases diferentes a las tradicionales y eso les ha enganchado. “No es nada difícil” avanzaba Paula García; “es relajado”, añadía Natalia Cristian ante la mirada de Celeste Stamicicn, quien cerraba la ronda con un: “es lo que esperábamos, lo que nos habían dicho”. Tal es la atracción que sienten hacia esta fórmula que Unax Garrido y Xabier del Real no dudan en invitar a otros chicos a probar. “La verdad es que animamos a otros porque está muy bien”, coinciden ellas y ellos.
Una experiencia positiva a tenor de las sonrisas que comparten con el equipo de la Fundación Novia Salcedo, cómplice necesario en esta iniciativa auspiciada por la Diputación Foral de Bizkaia para facilitar esa mudanza de piel. Y una idea que refrenda Inge Elorriaga, coordinadora del proyecto cuando confirma que “sabemos que las transiciones son complicadas y cuanto mejor preparados vayan a ello mejores resultados obtendrán”. Y no se regala nada. Para poder obtener el título tienen que aprobar las prácticas, recuerda.
Implicación y consejos
El lunes mismo Xabier y Unax pisarán sus destinos laborales. Y saben –porque así se lo han dicho por activa y por pasiva– que este hecho puede significar un antes y un después en su forma de mirar al futuro. Y no solo por su implicación en el trabajo y su manera de resolver los encargos; también porque un equipo de especialistas les ha enseñado consejos y sugerencias de todo tipo para vencer al miedo lógico de esas edades tempranas: desde cómo afrontar una entrevista de trabajo a cómo gestionar el sueldo. El que les paguen en esta empresa o en otras, quién sabe. Porque como señala Unax, durante este curso han tenido la ocasión de hablar con profesionales del sector “y te dicen que hay mucho trabajo y eso te da confianza”.

Un momento de la sesión que sirvió para cerrar este programa. José Mari Martínez
Un tema sobre el que Xabier también habla con convicción y con esperanza. Él ya acumula algo de experiencia laboral. Sus 21 años mandan. En otra vida fue camarero y mozo de almacén, pero aquello no iba con él. No le llamaba. Y lo dejó para ponerse a caminar de nuevo. Esta vez para apuntarse a un Grado Básico en Mantenimiento de Vivienda con especialización en fontanería y calefacción. Un amigo se lo recomendó. Y el curso ha ido bien. Eso parece porque las ganas de seguir avanzando siguen intactas. “Esas cosas no me iban. Tengo más mano para fontanería y soldadura. Y es algo que se necesita”, telegrafía mientras sus compañeros asienten.
Por eso emprende su etapa de aprendiz con confianza e ilusión. No se le escapa que su sector está necesitado de profesionales. Todavía tiene que aprender más, formarse más. Tiene la puerta abierta, pero solo eso y lo sabe. “Depende de las ganas que le eche y la actitud y todo eso, que les guste, pues…”, reflexiona en voz alta. Una mezcla de emociones que se funden de la misma forma que lo han hecho las habilidades, competencias y capacidades que ese medio centenar de chicas y chicos ha recibido en varias sesiones. “Es lo que hemos ido entrenando en las intervenciones que hemos hecho en los centros para ayudarles a ganar seguridad e ir mejor preparados a este periodo de prácticas que van a iniciar”, subrayaba la coordinadora de este programa a tres bandas, Inge Elorriaga.
Las cartas sobre la mesa
“Comparado con la ESO te centran y te meten mucho más en la vida laboral para un futuro y eso nos viene mejor”, apostillaba por su parte Unax Garrido, con formación también en Mantenimiento de Vivienda y especialidad en refrigeración y que anunciaba su propósito de saltar de rama en la FP Básica el curso que viene para ampliar el número de puertas que poder tocar…. “Vas más aprendido”, reforzaban con palabras y gestos Paula, Natalia y Celeste. Las tres comparten estudios –Actividades domésticas y limpieza de edificios– y periodo de prácticas hasta el 30 de mayo, precisa la primera de ellas.
Su aterrizaje en este programa de intervención en Formación Profesional Básica también guarda similitudes. Fueron orientadas y acompañadas desde los propios centros donde estudiaban. Les presentaron la oferta formativa, analizaron las posibilidades de éxito y de fracaso. Con todas las cartas sobre la mesa. Los problemas para afrontar la etapa educativa de Secundaria que les esperaba en sus colegios eran reales. El riesgo de repetir curso sobrevolaba sus futuros más inmediatos y eso de “perder un año” no estaba en sus planes, esquematizaba Celeste Stamicicn.
Finalmente, también se decidieron por seguir andando. Bajo esa supervisión técnica y profesional se decantaron por este bloque formativo que ahora les abre un periodo para poder poner en práctica todo lo que han visto en el aula. Todo. Aquellas dificultades para el aprendizaje han desaparecido gracias a la manera en que se ha dado respuesta a sus necesidades de formación. “Lo que nos enseñan se nos queda a través de talleres y la práctica”, encaja Natalia Cristian. Hace unos días, precisamente, tuvo lugar una sesión especial cuando ese medio centenar de chavales y sus monitores se sentaron alrededor de mesas redondas para abordar y recordar cuestiones vinculadas con esta nueva fase de prácticas que van a empezar a pisar.

Alumnado y personal especializado compartiendo lecciones, informaciones y consejos. José Mari Martínez
Un win-win de manual
Otra oportunidad que aprovecharon para plantear y resolver dudas, escuchar de forma activa y, a su manera, incorporar esas verdades a su actitud y aptitud. Claro ejemplo de todo esto son Paula, Natalia y Celeste. Emocionadas con las que serán sus primeras cotizaciones a la Seguridad Social se apelotonan para decir que la oportunidad para reengancharse tras ese periodo de prácticas existe. “Ya nos han dicho que si queremos…”, pone de manifiesto Paula.
Un capítulo nuevo, otro más, que irá dando cuerpo y estilo a las biografías de estos jóvenes. Un win-win de manual que para estas chicas y chicos es algo más que una frase hecha. Es una lección de vida. O, como acierta a resumir Unax Garrido, “esto es cuestión de echarle ganas al asunto”. Su voz y su opinión es una más de ese medio centenar de chicas y chicos, adolescentes y jóvenes que han tomado parte en este programa de intervención socioeducativa en Formación Profesional Básica bajo la coordinación de Fundación Novia Salcedo, la participación de Hetel –administradora de una red de 19 centros de estudios en el Territorio Histórico– y la financiación del Departamento de Empleo, Inclusión Social e Igualdad de la Diputación Foral de Bizkaia.
«Confianza hacia nosotros y hacia sí mismos»
“Ha sido y es una experiencia muy positiva. Gratificante”, resumía Inge Elorriaga, responsable de este programa. “Hemos visto cambios evidentes en algunos de los participantes. La confianza hacia nosotros, hacia sí mismos, su grado de participación en las sesiones…”, valoraba entusiasmada al cierre de este ciclo. Ya el curso pasado vieron el potencial de esta forma de estimular el talento de estas chicas y estos chicos. Que lo tienen. Puede que no para los libros, pero sí para otras cuestiones como están demostrando.

Inge Elorriaga, coordinadora de este programa de intervención educativa. José Mari Martínez
De hecho, esta ha sido la segunda convocatoria de este proyecto. La anterior, el año pasado, se enfocó en tres centros educativos y una sola sesión, pero ante la excelente respuesta obtenida se optó por ampliar su radio de acción y reforzarlo con un mayor número de intervenciones sobre el terreno y un centro más. “Llevamos desde el año pasado trabajando con ellos”. De media, una quincena de jóvenes por colegio han dado vida a esta experiencia única y en su caso, repetible.