Por Eduardo Tolosa, Vicepresidente de NSF.
(Publicado en el Boletín de NSF nº 12, marzo 2007, Capital Humano Joven – Objetivo 2007)
La realidad es que las utilizaciones históricas del término y los ámbitos en los que se ha empleado (ejércitos y sus guerras, partidos políticos y campañas electorales, iglesias y dogmas, grandes multinacionales y operaciones de dudosa ética…) contribuyen de forma determinante a la creación de ese halo “no para mí, gracias».
Pero lo mismo ha pasado con la optoelectrónica… hasta que ha llegado el momento en que se puede comprar un puntero láser por tres euros… o que me lo entreguen como regalo publicitario. Bien es cierto que algunos padres poco reflexivos regalan punteros láser a niños pequeños con el resultado de que ellos desarrollan el deporte de incidir con el rayo del puntero en los ojos de sus amiguitos. La probabilidad de que el rayo penetre por la pupila es bajísima… pero el riesgo es altísimo pues ello causaría un daño permanente en la retina. Ello generaría un riesgo con una «esperanza matemática» excesivamente alta que lo hace inaceptable.
Volvamos a la estrategia y al proceso de proletarización del concepto. Al igual que con la optoelectrónica, el término «estrategia» se ha transformado y ha llegado a formar parte de nuestra vida diaria. También ha sucedido que, al igual que los niños intentan «meter el rayo láser del puntero en el ojo» del vecinito, algunos sacerdotes de la estrategia nos intentan someter y obligarnos a ser esclavos de su juego. Las formas de «meter la estrategia en el ojo» son muy variadas: fijación de objetivos inalcanzables, fijación de objetivos alcanzables pero negación de los medios necesarios para alcanzarlos, objetivos impuestos sin posibilidad de ser negociados, objetivos absurdos y fuera de lugar, objetivos contradictorios unos con otros, y un largo etc.
Pero al igual que con el láser bien empleado se realiza cirugía o se fabrican DVDs, con el concepto «estrategia» bien empleado podemos llegar a ser más dueños de nuestro propio destino.
Vayamos al fondo de la cuestión y acotemos el término «estrategia». El término «estrategia» equivale a «hilo conductor» o si se prefiere a «columna vertebral». Si me refiero a mi propia persona, mi estrategia equivale a decir «quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy». Esto lo puedo referir a mi plano existencial o al profesional, a todo el ciclo de mi vida, a etapas concretas, a mi actividad deportiva o de recreo, etc. Apliquemos el caso a NSF. Su estrategia se conoce cuando se sabe «quién es, de dónde viene y hacia dónde va». Pero aquí tenemos dos planos que representaré con una metáfora musical: uno de los planos es el de la gran sinfonía que representamos todos de forma conjunta; el otro es el de la actuación de cada persona interpretando un instrumento concreto. Y ambos planos deben convivir de forma armónica y en beneficio mutuo. El primer plano lo gestiona el Patronato y el Equipo de Dirección representados por la Comisión de Estrategia. El segundo plano lo gestiona cada persona dentro de su proceso por medio del PIDE. En él cada persona (instrumentista) debe explicitar y negociar con su propietario de proceso «quién es, de dónde viene y hacia dónde va» dentro de la gran obra musical conjunta que es la estrategia global de NSF.
En una mayoría de las organizaciones este segundo plano es casi inexistente. Pero no en NSF. Las personas son el único patrimonio de NSF y el equilibrar los intereses globales de NSF con los intereses individuales de sus personas es vital para el éxito del proyecto conjunto.
El gran reto es equilibrar el éxito global con el éxito individual de una forma armónica, dinámica y satisfactoria y ésta es la tarea en la que tenemos que focalizar nuestro esfuerzo hacia el futuro.
Como puede apreciarse, las ideas que aparecen en esta nota son sólo una introducción al tema de la estrategia. En notas posteriores podremos referirnos al grado de avance que vamos alcanzando en cada uno de los dos planos en cada momento.
En definitiva, tanto la optoelectrónica como la estrategia forman parte de nuestras vidas y sólo se trata de utilizarlas en la forma más positiva y alineada con nuestros intereses, tanto individuales como compartidos.