China plantea desafíos a las otras zonas del mundo, muy especialmente los países más avanzados, gracias a la rapidez de su recuperación tecnológica. «Hay que apostar por la China, porque es allí donde se va a decidir la suerte del crecimiento y el futuro de la globalización”. Este es uno de los mensajes importantes del informe que acaba de publicar el Conseil d’Analyse Économique del gobierno francés. Su presidente, Christian de Boissieu, destaca que China va a tener que proseguir sus reformas internas puesto que su nueva estrategia de crecimiento pasa de un modelo basado en las exportaciones a un modelo fundado en la solidez de la demanda interna. Una transición semejante conlleva necesariamente el aumento de los salarios y el desarrollo de la protección social.
China es hoy día el primer proveedor de Europa y Europa el segundo proveedor de China. Los lazos son estrechos, no obstante este país devuelve a sus socios una imagen ambigua. China inquieta a causa de su lugar preponderante en la economía mundial y, al mismo tiempo, es vista como una fuente de oportunidades. Oportunidades que, para realizarse, necesitan claves de entrada y una buena comprensión de la estrategia china. Este informe incide sobre la situación de China en la economía mundial y propone un análisis de la estrategia seguida por este país para obtener implicaciones de política económica.
El principal mensaje es que hay que intentar la apuesta china y participar activamente en el desarrollo de las relaciones comerciales sin subestimar por ello los riesgos y las dificultades de una estrategia semejante.
Análisis. La primera constatación que se impone es el peso cada vez más grande de China en el comercio mundial, que se traduce notablemente en una transferencia de producción industrial desde Europa y una desindustrialización profunda, particularmente en los Estados Unidos, aunque también en Francia.
Sin embargo, el contenido en importaciones de las exportaciones chinas es elevado (46% en total) y muy elevado para los productos sofisticados (de 60 a 95% según los productos considerados). Esto es posible por una segmentación de la cadena de producción en la que Europa y EEUU no participan. Los principales socios de China son de hecho los países de Asia. Paralelamente, el nivel de los costos salariales unitarios de China permanece flojo: se aproxima, en 2010, al 60% del de los EEUU y a menos del 50% del de la zona euro. Los autores del informe destacan que la competencia de China ha contribuido probablemente a frenar las alzas de los salarios en los países de la OCDE desde finales de los años 90 y que, mientras continúe ganando cuotas de mercado, tendrá una influencia desinflacionista sobre el resto del mundo.
Un asunto de preocupación suplementaria concierne a la situación de China en el consumo de materias primas, de recursos escasos y de manera más amplia el impacto de su actividad económica sobre el medioambiente. El consumo de materias primas sigue lógicamente el ciclo de la producción industrial y de los stocks. Su situación en el consumo mundial ha llegado a ser muy importante ya que se estableció en 2010 en alrededor del 10% para el petróleo, y en casi el 50% para los metales. Al mismo tiempo, China ha sobrepasado a EEUU en lo que concierne a las emisiones de CO2, con una progresión del 5 al 7% anual. Los autores del informe señalan que esta situación debería perdurar o incluso acentuarse en los próximos años. A nivel financiero, los autores destacan que el yuan se aprecia en términos reales desde 2005 y que las proyecciones hacen pensar que el excedente comercial chino debería reducirse, lo cual tiene fuertes implicaciones sobre la política de cambio a implantar con este país. Todos estos elementos explican el interés creciente por China y su desarrollo. Entretanto, los autores del informe ponen el acento sobre el impacto de la crisis económica y financiera actual, que le empuja a transformarse, o a modificar su estrategia.