En el número de Diciembre de la Revista Arantzazu, la Fundación Franciscana TAU y Caritas Gipuzkoa hacen una valoración del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para el 2015, después de haber hecho un análisis durante todo este año 2008.
(Los apóstoles de Jorge Oteiza en el monasterio de Aratzazu)
Sacan la conclusión final que hoy por hoy el resultado es desesperanzador. Al ritmo actual de compromiso de los gobiernos no se pueden lograr los objetivos. Y menos con la crisis actual. “Nuevamente, la excesiva codicia, la especulación financiera sin control y el consumismo exacerbado entre otras cosas, ha provocado una de las mayores crisis económicas de las últimas décadas», y siguen: “Una vez más se privatizan los beneficios y se socializan las pérdidas. Una de las consecuencias de esta crisis es la mayor concentración de la riqueza en menos manos y por consiguiente el incremento de la desigualdad económica interregional pero también en los países ricos”. “Los ciudadanos del Norte también sufriremos (y ya lo estamos sufriendo) y tendremos que hacer frente a las consecuencias de la crisis, como el desempleo, la precarización de las condiciones laborales, aumento de la exclusión social, pérdida de bienestar, dificultades para la emancipación de las nuevas generaciones, etc.”
¿Y el Tercer Mundo? La última Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas para la revisión de los ODM decepcionó de nuevo: “solo se ha logrado el compromiso de los países de aportar 16.000 millones de dólares cuando, según las estimaciones, se necesitan 150.000 al año para lograr los objetivos de desarrollo propuestos.” La conclusión que sacan es clara: no existe voluntad política. (Porque se ha demostrado que posibilidad la hay, porque existe más que este dinero disponible para salvar al sistema financiero). Reprochan que “los ODM tratan de luchar sobre todo contra las consecuencias visibles de la pobreza y no se plantean de forma seria la lucha contra las causas. Precisamente, los efectos de la actual crisis del sistema económico no hacen más que recordarnos que dichas causas están íntimamente ligadas a las reglas y relaciones económicas-comerciales globales.”
La solución: “Probablemente necesitamos decrecer en el tener, para crecer en el ser, poniendo en el centro de nuestras actividades y acciones a las personas y no a las cosas.” Suena a utopía. Por eso consideran que “la insistencia y militancia social siguen siendo claves para lograr los cambios sociales necesarios para avanzar cualitativamente como verdaderos seres humanos en la historia.”
En su Introducción de la revista, Iñaki Beristain, Franciscano de Arantzazu y director de la revista, hace reflexiones sobre esta “Navidad de la crisis”: “Parece que solo existe la crisis económica. Es la gran preocupación. Y no niego que la crisis económica tenga su gran importancia. Pero, sinceramente, no sé si tendríamos que hacernos cargo de otra crisis más de fondo y, por ende, de más calado e importancia, la crisis de humanismo, la crisis de los valores de la persona.” A pesar de todo, Iñaki Beristain nos desea una ¡Féliz Navidad!
¿Y el Tercer Mundo? La última Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas para la revisión de los ODM decepcionó de nuevo: “solo se ha logrado el compromiso de los países de aportar 16.000 millones de dólares cuando, según las estimaciones, se necesitan 150.000 al año para lograr los objetivos de desarrollo propuestos.” La conclusión que sacan es clara: no existe voluntad política. (Porque se ha demostrado que posibilidad la hay, porque existe más que este dinero disponible para salvar al sistema financiero). Reprochan que “los ODM tratan de luchar sobre todo contra las consecuencias visibles de la pobreza y no se plantean de forma seria la lucha contra las causas. Precisamente, los efectos de la actual crisis del sistema económico no hacen más que recordarnos que dichas causas están íntimamente ligadas a las reglas y relaciones económicas-comerciales globales.”
La solución: “Probablemente necesitamos decrecer en el tener, para crecer en el ser, poniendo en el centro de nuestras actividades y acciones a las personas y no a las cosas.” Suena a utopía. Por eso consideran que “la insistencia y militancia social siguen siendo claves para lograr los cambios sociales necesarios para avanzar cualitativamente como verdaderos seres humanos en la historia.”
En su Introducción de la revista, Iñaki Beristain, Franciscano de Arantzazu y director de la revista, hace reflexiones sobre esta “Navidad de la crisis”: “Parece que solo existe la crisis económica. Es la gran preocupación. Y no niego que la crisis económica tenga su gran importancia. Pero, sinceramente, no sé si tendríamos que hacernos cargo de otra crisis más de fondo y, por ende, de más calado e importancia, la crisis de humanismo, la crisis de los valores de la persona.” A pesar de todo, Iñaki Beristain nos desea una ¡Féliz Navidad!