Joseba Fonseca entrevista a Isabel Urbano, nueva directora general de Fundación Novia Salcedo
La nueva responsable de la entidad de promoción del empleo juvenil se marca como objetivos avanzar en la diversificación y en la atención a colectivos vulnerables.
Esta semana se ha hecho oficial el nombramiento de Isabel Urbano como nueva directora general de la Fundación Novia Salcedo. Licenciada en Sociología por la Universidad de Deusto, tiene una amplia experiencia en la gestión de procesos de aprendizaje. Recoge el testigo de Begoña Etxebarria, que se jubila tras 38 años llevando las riendas de esta entidad dedicada desde principios de la década de los 80 a la promoción del empleo juvenil. Urbano, quien ya estaba desde marzo de 2023 al cargo del área de Reskilling & Upskilling, tiene ahora la misión de preservar el legado que recibe, pero a su vez diversificar los ámbitos de actuación de esta organización con sede en Bilbao.
¿Cómo y cuándo le comunican que se va a convertir en la nueva directora de Novia Salcedo?
Me lo comunican en marzo, después de un proceso de selección de casi cinco meses como no he tenido en mi vida, porque llegaron a hablar hasta con mi primer jefe.
Aparte de la lógica ilusión por abrir una nueva etapa, ¿no le da un poco de vértigo tomar el testigo de una figura como Begoña Etxebarria, que ha estado 38 años en el cargo y ha puesto a esta entidad en el mapa?
Por una parte no me da vértigo porque no voy a sustituirle, ya que ella es insustituible. Voy a coger las riendas de una entidad que es prácticamente su hijo. Sí me da vértigo, en cambio, por la responsabilidad que significa el preservar ese legado. Por otro lado, es muy reconfortante el que hayan confiado en mí y el tener la oportunidad de dar continuidad a un proyecto tan bonito como este.
Sus 20 años en la dirección de proyectos de investigación en la Cámara de Comercio de Bilbao y su faceta de docente universitaria son un buen punto de partida para trabajar por la empleabilidad juvenil.
He estado en muchos entornos, siempre muy vinculada al mundo del talento, del desarrollo de las personas, de la consultoría… Este perfil de freelance que he compaginado toda mi vida con proyectos más estables me ha permitido conocer muchas realidades y desarrollar muchas competencias. Estoy viendo que en este proyecto voy a tener la oportunidad de desplegarlas todas. La Fundación para mí es un ecosistema perfecto.
El crecimiento que ha tenido el proyecto desde su creación, hace más de cuatro décadas, es notable.
Sí, y el entorno es muy diferente. A lo mejor el reto ahora no es crecer, sino transformarse.
¿Cuáles son esos retos más inmediatos a los que tiene que hacer frente como directora de Novia Salcedo?
Ya hemos presentado al Patronato el plan de gestión de 2025. En él, uno de los principales retos que tenemos a cortísimo plazo es de consolidar la diversificación, que es una estrategia que ya empezó de la mano de Begoña Etxebarria hace un par de años. Mi entrada en la Fundación, de hecho, tenía que ver con esto, con crear un área nueva de formación. En este sentido, ya estamos colaborando con Lanbide en formar a su equipo y ahora, a raíz del proyecto que nos asignó en agosto el Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe), tenemos el reto de formar a mil personas orientadoras laborales de todo el Estado en los cambios que implica la nueva Ley Vasca de Empleo, aprobada en marzo, y la nueva Ley estatal. Estos dos nuevos marcos legislativos están muy alineados con el servicio personalizado y el acompañamiento sistemático que venimos haciendo durante años. También debemos hacer que nuestros modelos de becas y de formación en prácticas sean flexibles se adapten a sectores o a ámbitos profesionales determinados. Y por otro lado tenemos el gran reto de atender a colectivos en situación de vulnerabilidad. En lo que se refiere a sus necesidades básicas, hay muchísimas organizaciones sociales que hacen un magnífico trabajo, pero en su conexión con las empresas creemos que hay una asignatura pendiente. Ahí es donde estamos trabajando ya en proyectos para aportar lo que sabemos hacer.
¿Y a nivel de funcionamiento interno, cuáles son los desafíos?
Trabajar por la sostenibilidad de la Fundación, especialmente después de la pandemia. El de la digitalización es urgente y empezaremos a afrontarlo enseguida. Y, por otro lado, el de abrir la Fundación a la sociedad, no solo a nuestros jóvenes. Hacemos cosas muy interesantes y queremos mostrarlas, con informes de impacto social. Esa es una línea que vamos a impulsar.
En su web, la Fundación expresa el deseo de “contribuir a que en 2030 exista una situación de pleno empleo, protección social y trabajo decente para todos los jóvenes”. El reto es mayúsculo.
Es un horizonte que está muy bien tener porque supone saber hacia dónde remas. Pero a lo mejor ya no es solo el pleno empleo el objetivo, sino que este sea digno. Y también, como decía antes, que sea generalizado. Es decir, que seamos capaces de acompañar hacia el empleo a colectivos que son invisibles ahora mismo en nuestra sociedad porque no están en ninguna estadística ya que no tienen papeles. Además, nos necesitamos. Por otra parte, habría que trabajar también otro tipo de cuestiones que no tienen que ver tanto con competencias técnicas. Tenemos unos jóvenes muy bien formados, pero nuestras empresas nos dan información sobre qué echan de menos en ellos. Podemos hablar de las competencias blandas, las soft skills, el ser capaz de adaptarse rápidamente a cambios, de analizar un entorno cambiante e interpretarlo. Es algo que se echa de menos en este colectivo, el cual puede tener fácil empleabilidad, pero encaja con dificultades cuando llega a ese empleo. Creo que la Fundación puede tener un papel importante en ello.
¿Y por parte de las empresas? ¿Ve necesario que estas se adapten a las características del mercado laboral del presente y del futuro?
Estamos viendo que cada vez es más importante y urgente ayudar a las empresas a entender qué tipo de jóvenes tenemos hoy en día. Desde la empresa, especialmente en los puestos de selección y reclutamiento, se juzga a los jóvenes desde los valores de una generación diferente, con un entendimiento de la cultura del trabajo distinta la de nuestros jóvenes. Con nuestra Escuela de Tutoría llevamos desde 2019 poniendo en marcha acciones de acompañamiento a las personas que tutelan a nuestros jóvenes que están en formación en empresas. Es importante hablarles de cómo integrar colectivos diversos en sus organizaciones y cómo entender qué necesidades y valores tienen los jóvenes, que no viven para trabajar, sino que trabajan para vivir.
Fuente: DEIA