Como continuación al desglose del informe publicado este mes por la OIT: Perspectivas sociales y del empleo en el mundo. Tendencias 2022, vamos a centrarnos en esta entrada del Blog NSF Construyendo Capital Humano en las tres últimas ideas clave de las cinco que habíamos señalado en nuestro anterior artículo.
- el mercado de trabajo se recupera de manera desigual e incompleta
- el trabajo temporal ejerce un efecto amortiguador en tiempos de incertidumbre económica
- prevenir daños a largo plazo requiere de políticas mundiales centradas en las personas
Informe OIT
3/ El mercado de trabajo se recupera de manera desigual e incompleta
El informe incide en señalar que las proyecciones para 2022 apuntan a un déficit de horas de trabajo equivalente a 52 millones de puestos de trabajo a tiempo completo (tomando como media una semana laboral de 48 horas). Sigue siendo una cifra muy alta a pesar de que supone una mejora considerable respecto a 2021. Para este 2022 está previsto que la tasa de empleo alcance el 55,9 por ciento, es decir, 1,4 puntos porcentuales por debajo del nivel de 2019. Se prevé que la tasa de actividad, que registró un descenso cercano a los dos puntos porcentuales respecto a 2019 y 2020, se recupere parcialmente en 2022. Además, la tasa de desempleo mundial se mantendrá por encima del nivel alcanzado en 2019 por lo menos hasta 2023. El número total de desempleados a nivel mundial será de 207 millones en 2022, es decir, 7 millones menos que en el año anterior, si bien una cifra mucho más alta que los 186 millones de desempleados en 2019.
La recuperación del mercado laboral varía en cada país, pero se constata que es más rápida en los países de ingresos altos donde se ha producido la mitad de la disminución del desempleo mundial en los últimos 2 años. Si bien este grupo de países suma alrededor del 20 por ciento de la población activa mundial. Por el contrario, los países de ingresos medios bajos son los que han resultado más castigados y los que más lentamente se están recuperando.
En cuanto al empleo femenino, cabe destacar que las repercusiones sufridas a causa de la pandemia se reducirán en todo el mundo en los próximos años, aunque se prevé que siga existiendo una brecha considerable. La disparidad es más acusada en los países de ingresos medianos y altos donde se prevé que la tasa de empleo de las mujeres sea 1,8 puntos porcentuales inferior a la de 2019, frente a una diferencia de solo 1,6 puntos porcentuales en caso de los hombres. Y teniendo en cuenta que las mujeres presentan una tasa de empleo de 16 puntos porcentuales por debajo de la de los hombres.
Respecto a la educación de la juventud, el cierre de escuelas, universidades y centros de formación en muchos países por un período de tiempo prolongado ha minado los resultados del aprendizaje, lo que generará consecuencias a largo plazo tanto en la educación como en el empleo especialmente para aquellos que no han tenido acceso a la educación online.
La pandemia está agudizando diversas formas de desigualdad, como la de género o la digital. Los cambios en la composición de las relaciones de trabajo -la dependencia del empleo informal por cuenta propia, el aumento del trabajo a distancia y las diversas tendencias en materia de trabajo temporal- podrían deteriorar la calidad de las condiciones del empleo en el mundo.
4/ El trabajo temporal ejerce un efecto amortiguador en tiempos de incertidumbre económica
La proporción del empleo temporal en el empleo total venía aumentando en los últimos años previos a la pandemia, aunque no en la misma medida en todos los sectores y países. El empleo temporal es en gran medida estructural, pero durante la crisis ha servido de amortiguador cuando los empleadores han reducido la contratación de trabajadores temporales. A largo plazo esto puede tener un efecto negativo en la productividad de las empresas. Mientras que también los trabajadores se están viendo afectados por la mayor inseguridad laboral y de ingresos, y el menor acceso a la protección social que lleva consigo la temporalidad.
La naturaleza del trabajo temporal varía según los países desarrollados o en desarrollo. Las tasas son más altas en los países con ingresos medios y bajos (algo más del 30 % del empleo total) que en los países con ingresos altos (15% del empleo total). Si bien en el primer caso el empleo temporal puede servir como acceso a un puesto permanente o resultar un medio flexible de incorporarse al mercado de trabajo, en el caso de los países con ingresos altos suele adoptar la forma del empleo informal con escaso o nulo acceso a los sistemas de protección social y del empleo.
En general, la incidencia del trabajo temporal se ha mantenido estable durante la pandemia. Cabe destacar con los datos disponibles que más de una cuarta parte de las personas que trabajaban en empleos temporales a principios de 2021 habían trabajado antes en empleos permanentes, lo que resalta la incertidumbre económica subyacente y la consiguiente inseguridad del empleo en ese momento.
En las primeras fases de la pandemia, en los países caracterizados por un mercado de trabajo dual, el empleo informal no desempeñó su tradicional función anticíclica (absorber a los trabajadores desplazados del sector formal). En muchos de esos países, los trabajadores informales tenían más probabilidades de perder sus puestos de trabajo que los trabajadores formales. Al reanudarse lentamente la actividad económica, el empleo informal, sobre todo por cuenta propia, ha destacado con fuerza, y muchos trabajadores del sector informal han retomado la actividad.
5/ Prevenir daños a largo plazo requiere de políticas mundiales centradas en las personas
En junio de 2021, los 187 Estados miembros de la OIT debatieron las respuestas políticas mundiales frente a la crisis. Al término de la Conferencia Internacional, se hizo un llamamiento global a la acción para una recuperación centrada en las personas -afectadas por la crisis COVID-19- que sea inclusiva, sostenible y resiliente, y basada en la aplicación de la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo.
Para lograr una recuperación centrada en las personas, será necesario llevar a la práctica estos 4 pilares consensuados: el crecimiento económico y el desarrollo inclusivos, la protección de todos los trabajadores, la protección social universal, y el diálogo social. Durante la recuperación, las políticas macroeconómicas no se limitarán a un papel anticíclico, ya que así no se resolverían los déficits de trabajo decente, ni se conseguiría que los países fueran menos vulnerables a crisis futuras.
La pandemia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de muchos grupos de trabajadores (esenciales, informales, por cuenta propia, temporales, migrantes, poco cualificados), que suelen estar muy expuestos a las repercusiones de la crisis sobre la salud y el mercado de trabajo. Muchos de ellos son víctimas de las carencias en la cobertura de la protección social en el mundo.
El diálogo social, como último, pero no menos importante de los pilares, ha desempeñado un papel fundamental en la respuesta a la pandemia, y muchas políticas y medidas para paliar la pérdida de puestos de trabajo han salido de los debates tripartitos. Para que el diálogo social desempeñe con éxito este papel que se le ha asignado, será preciso reforzar las capacidades de las administraciones públicas, de las organizaciones de empleadores y de las organizaciones de trabajadores para que participen en dicho proceso.