La OIT acaba de publicar en estos primeros días de enero su informe de referencia Perspectivas Sociales y del Empleo en el mundo: Tendencias. Después de su interesante lectura podemos constatar cinco ideas clave: 1) los mercados de trabajo luchan por recuperarse; 2) las deficiencias estructurales, la pandemia y los nuevos riesgos reducen la creación de trabajo decente; 3) tras la pandemia el mercado de trabajo se recupera de manera desigual e incompleta; 4) el trabajo temporal ejerce un efecto amortiguador en tiempos de incertidumbre económica; 5) prevenir daños a largo plazo requiere de políticas mundiales centradas en las personas.
En este primer artículo nos centraremos en las 2 primeras, Fuente: OIT.
1/ Los mercados de trabajo luchan por recuperarse mientras persiste la pandemia
La pandemia de COVID-19 ha dominado la economía mundial durante los años 2020-21. El ritmo de recuperación de la actividad económica depende en gran medida de la contención del virus, por lo que el restablecimiento de la economía no sigue los mismos patrones en las diferentes zonas geográficas del mundo. Además, los logros en materia de trabajo decente conseguidos antes de la crisis sanitaria se han visto mermados por la misma y están dificultando las perspectivas de una recuperación sostenible en muchas regiones.
En base a las últimas proyecciones de crecimiento económico, la OIT calcula que el total de horas trabajadas a escala mundial en 2022 se mantendrá casi un 2 por ciento por debajo de su nivel pre pandémico, una vez ajustado al crecimiento de la población, lo que corresponde a un déficit de 52 millones de puestos de trabajo a tiempo completo (tomando como referencia una semana laboral de 48 horas). Se prevé que el desempleo mundial se sitúe en 207 millones en 2022, es decir, que supere su nivel de 2019 en 21 millones. Estos datos implican un deterioro sustancial de las proyecciones realizadas en la anterior edición de Perspectivas Sociales y del Empleo en el mundo. Tendencias, publicada en junio de 2021, cuando se preveía que el déficit de horas de trabajo en relación al último trimestre de 2019 se iba a reducir a menos del 1 por ciento en 2022.
Desde el inicio de la recuperación, las tendencias de crecimiento de empleo en los países de ingresos bajos y medianos se han mantenido significativamente por debajo de las observadas en las economías más ricas, debido a las tasas de vacunación inferiores y al menor margen de maniobra presupuestario de los países en desarrollo. Las repercusiones han sido especialmente graves para las naciones en desarrollo que presentaban mayores niveles de desigualdad, condiciones laborales más diversas y sistemas de protección social más débiles. Todas las proyecciones hasta 2023 sugieren que seguirá siendo difícil conseguir la recuperación total. Se prevé que las regiones de Europa y el Pacífico sean las que más se acerquen al objetivo, mientras que las perspectivas son más negativas para América Latina y el Caribe y Asia sudoriental.
2/ La pandemia, las deficiencias estructurales y los nuevos riesgos reducen el potencial de creación de trabajo decente
Las deficiencias y desigualdades estructurales están amplificando y prolongando el efecto adverso de la crisis. La extensa economía informal de muchos países en desarrollo está socavando la eficacia de algunos instrumentos de actuación como el acceso a las líneas de crédito formales o el apoyo gubernamental relacionado con la COVID-19. Por tanto, las medidas de ayuda han tenido menores posibilidades de llegar a las personas necesitadas y han aumentado las desigualdades. Las empresas de tamaño pequeño han experimentado un mayor descenso del empleo y de las horas de trabajo que las más grandes.
Las economías en desarrollo que dependen de la exportación de bienes o productos básicos cuya elaboración requiere mucha mano de obra, han tenido más dificultades para adaptarse a la volatilidad de la demanda post pandemia. Actualmente, las economías que dependen del turismo se resienten mucho por el cierre de fronteras y la pérdida de ingresos derivada de la reducción de horas de trabajo.
En los países en desarrollo, la falta de sistemas de protección social integrales que puedan proporcionar prestaciones adecuadas para estabilizar los ingresos ha agravado las dificultades financieras de los hogares que ya eran vulnerables económicamente. Esto ha producido un efecto cascada en la salud y la nutrición. La pandemia ha llevado a millones de niños a la pobreza y las últimas estimaciones sugieren que, en 2020, 30 millones de adultos más cayeron en la pobreza extrema (es decir, vivieron con menos de 1,90 dólares USA) sin un trabajo remunerado. Además, el número de trabajadores en situación de pobreza extrema aumentó en 8 millones.
Los cambios en la demanda del mercado, el aumento de los servicios online, el notable incremento de los costes comerciales y los cambios provocados por la pandemia en la oferta de mano de obra han creado cuellos de botella en la industria manufacturera, lo que impide que se restablezcan las condiciones del mercado de trabajo anteriores a la crisis sanitaria.
El aumento de los precios de productos y bienes esenciales reduce significativamente la renta disponible y aumenta el coste de la crisis. Si hay indicios de aumento de la inflación, cabría esperar que las políticas monetaria y fiscal se endurecieran a ritmo más rápido. Este endurecimiento, dada la asimetría de la recuperación, golpearía con más severidad a los hogares de ingresos bajos lo que conllevaría a intentar mantener niveles más adecuados de protección social.
La lenta y desigual recuperación de las horas de trabajo de 2021 ha hecho que los ingresos del trabajo se mantengan bajos. La mayoría de los trabajadores del mundo carecían de mecanismos de sustitución de ingresos, por lo que han tenido que recurrir a sus ahorros. El efecto ha sido especialmente pronunciado en los países en desarrollo, donde la población más vulnerable es mayor y la magnitud de las medidas de estímulo han sido menores. Como resultado se ha creado un círculo vicioso que resalta la necesidad de implementar políticas concertadas para acelerar la recuperación del mercado de trabajo, abordar las desigualdades y volver a la senda del crecimiento sostenible mundial.