Ante los avisos alarmantes que están dando los medios de que los robots y la Inteligencia Artificial van a quitarnos nuestro trabajo, porque muchos se van a automatizar, y que va a haber un desempleo masivo, el Rector del MIT, Rafael Reif convocó el equipo de expertos de la universidad que estudia el futuro del trabajo para que analice el tema, observando lo que está pasando hoy y aplicando suposiciones y extrapolaciones razonables para anticipar lo que podría ocurrir mañana.
Este es uno de los varios videos del MIT en Youtube sobre el tema. En este habla la Dra Elizabeth Reynolds quien dirige el grupo multidisciplinario de expertos del MIT
Los autores del informe reconocen que no pueden dar respuestas definitivas pero pretenden dar pistas a los tomadores de decisiones para que se hagan las preguntas correctas. Se trata de una primera visión que puede encarrilar el debate público y la política.
El estudio con sus conclusiones ha sido plasmado en el informe de 54 páginas, «FALL 2019 REPORT – The Work of the Future: Shaping Technology and Institutions» (INFORME DEL OTOÑO 2019 – El Trabajo del Futuro: Dando forma a la Tecnología y las Instituciones), que se puede descargar aquí.
Pretende responder a las preguntas: ¿Cómo podemos ir más allá de los pronósticos poco útiles sobre el supuesto fin del trabajo y hacia ideas que permitan a los responsables políticos, las empresas y las personas navegar mejor por las rupturas que están llegando y en curso? ¿Qué lecciones debemos extraer de épocas anteriores de rápido cambio tecnológico? ¿Cómo es diferente esta vez? ¿Y cómo podemos fortalecer las instituciones, realizar inversiones y forjar políticas para garantizar que el mercado laboral del siglo XXI permita a los trabajadores contribuir y tener éxito?
En las conclusiones los autores avisan de que no solo la IA y la robótica influirán en el futuro del trabajo. Hay otras fuerzas que influirán: retos tales como el cambio climático y el medio ambiente, entre otros.De todas formas las tecnologías emergentes tendrán un efecto profundo en el trabajo futuro y crearán nuevas oportunidades para el crecimiento económico. Si esto supondrá una mejora en los diferentes aspectos de la vida dependerá de los gobiernos, las inversiones públicas, la educación, las leyes, y del liderazgo público y privado.
En los últimos 20 años, los países desarrollados han experimentado una polarización del trabajo, que ha ampliado el abanico de remuneraciones y una contracción de la fabricación tradicional. Pero muchos países han tomado acciones para contrarrestar estas tendencias subyacentes, invirtiendo en las habilidades de los trabajadores, reforzando las redes de la seguridad social donde era preciso, e incentivando a las empresas privadas a aumentar el empleo en lugar de eliminarlo.
Dicen los expertos que en esto el mercado del trabajo los EEUU han fallado por no procurar una prosperidad compartida a pesar de una creciente productividad, pero que esto no es una consecuencia inevitable de las tecnologías actuales o de los mercados libres.
Los autores opinan que se puede hacer mejor, pero que primero debemos comprender que el reto de hoy, y de un futuro probable, no es el de una escasez de empleos. El reto es la calidad y la accesibilidad de los empleos que existirán y las trayectorias de carrera que se ofrecerán, en particular a los trabajadores que han tenido menos educación.
Según los autores, afrontar este desafío significa canalizar el progreso tecnológico y acompañar un crecimiento de la productividad para un mercado laboral fuerte que procura un crecimiento de ingresos ampliamente distribuido y una seguridad económica, como así ocurrió en las décadas después de la II Guerra Mundial. La historia económica del siglo veinte demuestra que un mercado sano de trabajo puede servir como la base, sino toda la base, para una prosperidad compartida.
Los autores tienen la intención de proponer más pasos para avanzar en estos objetivos en un próximo informe.
En conclusión, el objetivo no es en primer lugar la tecnología, es el hombre. La tecnología debe ser una ayuda para el hombre, no un sustituto del hombre.