Acabo de leer un escrito de Ulrich Beck, titulado la “Generación global”. Conocía a este autor por su libro “El Dios personal”. Estaba familiarizado con el concepto de “cosmopolitización”. Este concepto tiene tres grandes referencias:
Individualización de la experiencia vital; pérdida de refugios como la nación y estado, instituciones jerarquizadas, partidos políticos que deciden por los ciudadanos, religiones universalistas; y, en tercer lugar, creación de redes sociales transnacionales, que rompen la barrera de los estados, de los partidos políticos y de las iglesias oficiales.
Representa la superación de estructuras colectivistas y la construcción de unos vínculos sociales, desde el respeto a la individualidad y la tolerancia de las diferencias.
La línea divisoria entre poseedores y desposeídos es cada vez más pujante. Al mismo tiempo, toma fuerza también la tendencia inversa, orientada hacia una mayor igualdad. Los impulsos que promueven esta mayor igualdad se localizan en cuatro principios de igualdad y de expectativas de
igualdad:
– Discurso igualitario poscolonial. Hoy, la tensión que se vive, por ejemplo, en África entre blancos y negros es bastante inferior a la que se vivía en los años 80 del siglo pasado.
– Mayor dificultad para discriminar entre ciudadanos y no ciudadanos, entre nativos y extranjeros, en derechos humanos y derechos ciudadanos.
– Expansión de modos de vida transnacionales. Al establecer redes, organizaciones o instituciones de carácter transnacional y visitar regularmente a los familiares de la vieja patria crean numerosos vínculos entre el país de origen y la sociedad de acogida.
– Debido a los nuevos medios de comunicación y tecnologías de transporte, las distancias comienzan a acortarse, en el sentido cuantitativo, pero también en las formas de encuentro entre diferentes.
La desigualdad entre poseedores y desposeídos, entre el primer mundo y el resto, ya no se acepta como una fatalidad, sino que se cuestiona con persistencia. En este sentido, la generación global está más representada por la generación no occidental, la que, más allá de las fronteras nacionales, se subleva contra las desigualdades reivindicando la igualdad.
El movimiento del 68 estaba constituido políticamente y se definía por la participación activa de sus miembros en acciones de protesta. En aquel entonces se actuaba colectivamente. Hoy se reacciona de forma individualista. Esta generación global se constituye, en su esencia, de forma apolítica, porque se disgrega en distintas fracciones que conforman una dialéctica rica en conflictos.
En ICARO Think Tank de la Fundación Novia Salcedo pensamos que el mensaje de la generación global se puede resumir en tres principios (principio de la cooperación, principio democrático y principio económico) que, en los próximos años, canalizarán la Innovación Social:
– Cooperación entre las personas, más allá de las diferencias entre estados, entre partidos políticos y entre iglesias oficiales. Esta cooperación está en la base de las dinámicas igualitarias.
– Democracia interna de las organizaciones, basada en el liderazgo compartido y la participación de los individuos en la gestión de la organización. Organizaciones en las que las personas comparten esfuerzos, beneficios y gestión.
– Desarrollo económico y tecnológico sostenibles en relación con los recursos humanos y ecológicos. El objetivo final de la economía es el desarrollo integral de la persona. Todos los objetivos instrumentales de la economía tienen que establecerse en función de su contribución al objetivo final.
Las fuerzas conservadoras, que se niegan a abandonar los espacios de poder, utilizarán el poder económico para controlar y domesticar esta “generación global”, que camina hacia una sociedad sin nombre ni rostro definido, pero más igualitaria, más cooperadora y más orientada hacia el desarrollo integral de las personas.
Sabino Ayestarán
Coordinador de ICARO Think Tank
Profesor Emérito de la UPV/EHU