Un artículo de Juanjo Goñi. Aldaizea Ingeniería de Ideas.
Las soluciones que se proponen a los grandes problemas globales que nos invaden, pasan por la misma solución. Todos están de acuerdo en la finalidad, crecer el PIB para reducir el paro,pero no en los medios para conseguirla. Aunque los diferentes agentes sociales son incapaces de ponerse de acuerdo en la forma, ante la pregunta ¿Cómo salir de la crisis?, la respuesta es unánime; “Volver lo antes posible a la senda del crecimiento económico y la creación del empleo”. Es decir, volver lo antes posible al paradigma anterior, obviando las razones que nos han llevado a la situación actual. Unos optan por la inversión pública para relanzar la economía inyectando dinero, y otros por la austeridad, la reducción de los gastos públicos y el aumento de los ingresos en partidas aún pendientes de una mejor gestión pública o de un distinto reparto de las cargas sociales.
Tenemos dos opciones: buscar el camino del cambio por la senda de lo que ya hemos experimentado, entendiendo que este momento de crisis es un extravío ocasional corregible, o ser más realistas y optar por otro enfoque, porque entendemos que el error es estructural. En este caso debemos buscar otro camino que reoriente el progreso. Diríamos que queremos crecer pero no en las mismas variables que las consideradas hasta ahora. Tal vez en algunas de las variables donde creemos que se produce un aumento real del capital social, como el capital conocimiento, o el de confianza, u otros mas de los que hablábamos hace unos días (Los seis capitales.-NG 15 de Agosto 2011). La mayoría de nuestros líderes discrepa en los medios, pero muy poco en los fines. Conviene citar un llamamiento reciente del secretario general de la ONU Ban Ki-moon, a los intelectuales para que estén más dispuestos a discrepar de la academia, en las aproximaciones tradicionales de la economía y de la sociología. Estos planteamientos de economistas alternativos existen, pero no son difundidos -con interés- por la ruptura que supone la aplicación de sus propuestas para las instituciones económicas y los sistemas sociales ya consolidados.
Entre ellas cabe mencionar las teorías económicas sobre el uso de recursos del procomún de Elinor Ostrom, primera mujer premio Nobel de economía en 2009, que corrobora los beneficios de una economía de recursos compartidos en términos de sostenibilidad y de optimización en el uso de los mismos. Otras voces de pensadores de nuestro momento abogan por una salida de la crisis encarando nuevos enfoques de la compleja relación entre trabajo, crecimiento económico y calidad de vida. Leonard Boff se expresa diciendo que hay que abordar “La transición del viejo al nuevo paradigma”, afirma que: “Damos por ya realizada la demolición del sistema de consumo y de producción capitalista junto con la cultura materialista que lo acompaña. O lo superamos históricamente o pondrá en gran riesgo la especie humana”.
La cuestión que nos ocupa y el escenario futuro al que dirigir la salida de la crisis, requieren elegir cuales son los activos sociales en los que hay que crecer y en cuales no, y a partir de ello dibujar una ruta aproximada que lo haga posible. No basta con decir que hay que aumentar el PIB, sin indicar en que tipo de actividad empresarial ha de hacerse, y que tipología de actividades económicas hay que fomentar. Lo hicimos con el ladrillo y hemos vivido las consecuencias. Es imprescindible decir qué tipo de empresas queremos y con qué modelos de gestión deben dirigirse. Esto no es intranscendente en los tiempos donde la capacidad de ser competitivo, supera la de administrar las cuentas de ingresos y gastos centradas en el precio y el coste de los recursos, para pasar a entender como crear valor en las demandas de los sistemas sociales y de uso de los escasos recursos materiales. Los parámetros de un crecimiento en la calidad de vida, en la confianza con lo público, en la creación de capital social, en los niveles de educación y cultura cívica, en la atención y cuidados de personas jóvenes y mayores, y en el reconocimiento social de las aportaciones de la investigación a la sociedad, no tiene una relación directa con el crecimiento del PIB y si con los criterios de asignación de recursos en la sociedad y sobre todo con una rebrote de nuevos valores sociales, basados en la cooperación, la educación, la sostenibilidad y la interdependencia.
Necesitamos saber si aspiramos a sistemas educativos avanzados y en que consisten, que etapas seguir y como elevar el valor social de educador. No centrar el debate sólo en las horas de los convenios laborales, que no son el pilar básico de la calidad educativa. Cuando estos debates se expresan en estas variables, tan alejadas de lo importante, estamos manifestando nuestro nivel de incompetencia social. Necesitamos saber cuales son las industrias que queremos y en las que orientar la formación y el desarrollo profesional de los más jóvenes. Allí donde se van a crear necesidades sociales e iniciativas empresariales para alimentar las nuevas generaciones de jóvenes que se van a formar hoy. Necesitamos saber cuales son las actividades profesionales y empresariales que más contribuyen a este cambio de modelo y tratar de forma diferenciada favoreciendo las inversiones que crean y consolidan conocimiento en la población.
Viñeta de Mingote
Necesitamos saber como incrementar el valor y la motivación de los puestos de trabajo, para crear más valor. Esto supone avanzar en disponer de una combinación de mejoras tecnológicas, con el apoyo de eficaces sistemas de investigación aplicada, y nuevos modelos de gestión de las personas, su conciliación laboral y la capacitación sistémica. Necesitamos entender el perfil profesional del pequeño empresario de dentro de 10 años para perfilar las titulaciones académicas, que hoy crean sobre todo especialistas -que no se emplean-, y debatir sobre su perfil competencial con una visión mas amplia de la técnica, la gestión y las humanidades. Necesitamos saber como resolver los nuevos problemas sociales de una sociedad que envejece y cómo incorporar a los más jóvenes en una sociedad del cuidado. Esta sociedad se ocupa de las personas, de los medios naturales y de los recursos materiales, con una traslación de los negocios del producir y vender a los de crear valor, cuidar y reparar, como principios de una sostenibilidad obligada, a la que tendrán también que acudir dentro de un tiempo, los países que ahora se encuentran en vías de desarrollo.
Pero todo esto que necesitamos saber nadie nos lo va a contar, lo tenemos que crear, experimentar y desarrollar como innovación social a la que estamos abocados. Liderar la civilización –nos llamamos desarrollados- pasa por cambiar de sistema económico y someter éste a un sistema social mas inteligente para la especie. Nosotros hemos recorrido, durante tres generaciones, un modelo económico que se agota y estamos obligados a crear otro, desde una visión mas amplia y que se oriente a un futuro posible hoy inexistente. Seguramente serán nuestros hijos quienes lo vivan en plenitud, pero debemos iniciar el camino. Todo esto requiere de nuevos disidentes de los mensajes tradicionales de lo que hoy se trata como obvio en economía. Los tiempos han cambiado y también los modelos a seguir en el futuro.
La demolición de los sistemas de pensamiento es una cuestión lenta y penosa por la necesidad de cuestionar muchos de los supuestos que hasta el momento constituyen los pilares de la organización social, cuestiones que entran en crisis. Lo que llama la atención es que no haya casi ningún mensaje, en ninguna propuesta política, que replantee con rigor el nuevo escenario social a construir tras la crisis. Los movimientos de protesta están ahí pero deben organizarse aún los de propuestas rupturistas, que se acompañen de una ruta orientativa de transformación, que ataque las cuestiones fundamentales.
Seguramente los plazos de este cambio –decenas de años- superen las expectativas de posicionamiento de los partidos de hoy, y por otra parte los cambios serán muy dolorosos si no contamos con un propósito ilusionante para los que vienen, un liderazgo fuerte y una educación social desde pequeños hacia otros modos de valorar los aspectos fundamentales de la vida social.