El Honorable Jigme Thinley, primer ministro de Bután y líder del Partido del Bienestar, tiene un sueño: que todos los butaneses encuentren el equilibrio entre las necesidades físicas e intelectuales, entre lo material y lo espiritual, y así alcancen la felicidad.
“El Mundo” publica el sábado 23 de octubre una entrevista con el primer ministro de Bután que ha clausurado el I Congreso Internacional de la Felicidad organizado por el Instituto Coca-Cola de la Felicidad el pasado día 20.
Bután, país del tamaño de Suiza enclavado en la cordillera del Himalaya, es una joven democracia favorecida por el propio rey, que acuñó en los años 70 el término “Felicidad Interior Bruta” –un concepto tan sencillo como revolucionario- que se refleja en su recién aprobada Constitución. Bután condiciona todo su desarrollo económico, político y social a la ansiada consecución de una ciudadanía armoniosa y feliz que, además, pretende exportar como modelo al resto del mundo.
Este modelo se sostiene sobre la idea de que el Estado tiene la responsabilidad de ayudar a los ciudadanos a ser felices, creando las condiciones básicas para cumplir ese objetivo que calculan a partir de 72 variables comprendidas en nueve apartados. A saber: renta per cápita, salud, acceso a la educación, bienestar emocional y psicológico, diversidad cultural, empleo del tiempo, capacidad de la comunidad para sobreponerse a situaciones límite, vitalidad de la sociedad y calidad de gobierno.