“Hay que ser ambiciosos y trabajar para un mundo mejor”. Es el título de una entrevista de ocho páginas que la revista franciscana Arantzazu hace a Mikel Mancisidor en su último número de Julio 2020.
Mikel Mancisidor es jurista, Vicepresidente del Comité de expertos de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU, Profesor de Derecho Internacional Privado y Miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad de Deusto, y además Premio Eusko Ikaskuntza 2020 por su labor en ONU a favor de los Derechos Humanos, el Agua y la Ciencia. «Como el vasco de más relevante influencia en el desarrollo del derecho internacional de los derechos humanos después de René Cassin» según argumentó el jurado. (René Cassin fue un jurista y juez vasco-francés de Bayona, redactor principal de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y Premio Nobel de la Paz de 1968).Mikel Mancisidor escribe también artículos de opinión en la prensa (El Correo y Deia).
A continuación algunos extractos de la entrevista:
Para Mikel Mancisidor los Derechos Humanos “son una construcción humana, histórica y cultural para poner en valor la dignidad de las personas. Por lo tanto también con sus fallas y sus insuficiencias humanas… No son un instrumento que nos va a traer el paraíso a la tierra. Son un instrumento útil, junto con un montón de otros instrumentos internos y externos, sociales, políticos…instrumentos que hay que mirar con ambición”. “Es evidente que no está todo hecho, pero si miramos 70, 100 años atrás, la evolución es evidente”, dice.
El artículo 27 de los Derechos Humanos que trata del “derecho a la ciencia”, dice: “Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten”.. “El derecho a la ciencia implica por lógica al derecho a la educación”, opina Mikel Mancisidor.
Mikel Mancisidor cuenta que uno de los grupos de trabajo de este derecho, preparatorios a la redacción final del artículo, entendía la ciencia como algo exclusivo de los científicos donde los ciudadanos tienen derecho a beneficiarse de los descubrimientos e invenciones científicos. “La ciencia así entendida sería un instrumento para conseguir otros bienes o derechos”, opina.
“Había otros que entendían la ciencia como un elemento cultural que más allá de su utilidad entiende ese derecho como parte integrante de nuestra dignidad, libertad e identidad. La ciencia, además de ser un instrumento muy importante para garantizar cantidad de otros derechos, es también una parte importante de nuestra cultura. Algunos hablaban incluso del derecho de beneficiarnos de la belleza del conocimiento. En este sentido el derecho a la ciencia se entendía como el derecho a participar en esa empresa universal que es preguntar quién demonio somos…”, añade.
Y continúa: “Fruto de estos debates, el derecho a la ciencia condensa ese doble compromiso de participación y beneficiarse de”. “Estos últimos 50 años nos hemos quedado solo con este segundo componente”, se queja.
¿Puede la pandemia del Coronavirus cambiarlo?
“La crisis del Covid nos puede permitir recuperar este doble compromiso.”, afirma Mikel Mancisidor, “Las soluciones no están únicamente en manos de los expertos, sino que el compromiso y co-responsabilidad que se pide a los ciudadanos presupone implícitamente que tenemos un conocimiento que nos permite entender de algún modo la enfermedad, y en consecuencia se nos pide responsabilidad”, concluye.
El valor de la ciencia es universal…
Lo que escribía Henri Poincaré hace más de cien años en su libro “El Valor de la Ciencia” sigue siendo tan actual que muchos pensamientos de los sabios de la antigua Grecia. En su introducción, cita a Aristóteles “Para actuar es preciso detenerse”. Y desde el principio Poincaré ensalza la búsqueda de “la verdad”, precisando: “Cuando hablo aquí de la verdad ante todo quiero, sin duda, referirme a la verdad científica; pero también a la verdad moral de la que la llamada justicia es tan solo un aspecto…” que no se puede separar la una de la otra, porque “Para encontrar una, como para hallar la otra, hace falta esforzarse en liberar completamente el alma del prejuicio y la pasión, hay que lograr la sinceridad absoluta.”
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