En una entrevista con Mariano Rajoy en TV Cuatro, el jueves 7 de febrero, cuando Iñaki Gabilondo le preguntó sobre su propuesta de “contrato” con los inmigrantes, Mariano Rajoy le contestó: “Cuando a usted se le da la nacionalidad española, usted tiene que jurar la Constitución y asumir una serie de compromisos. Aquí se trata de que cuando a una persona se le da un permiso de residencia, asuma también unos compromisos: cumplir las leyes españolas, pagar los impuestos, cumplir con las costumbres españolas, hacer un esfuerzo de integración y, si no encuentra un trabajo durante un tiempo determinado, volver a su país. Se le dan los mismos derechos y oportunidades que los españoles, se le ayuda a formarse, se le ayuda a buscar un puesto de trabajo y se le ayuda a integrarse. Se trata de una política en la cual las personas que vengan de fuera tengan los mismos derechos y oportunidades que los españoles pero también los mismos deberes y obligaciones. Insisto, ese contrato existe en muchos países europeos y ha funcionado bien.”
Yo adquirí la nacionalidad española en 1975, muy poco después de la muerte de Franco y de ser proclamado Juan Carlos I Rey de España, en los principios de la transición hacía la democracia. Para obtenerla, y como todavía no había constitución democrática tuve que jurar fidelidad al Rey y demostrar que era católico “practicante” con un certificado del párroco de mi país de origen. Además tenía que tener suficientes conocimientos de la lengua española. Puedo pensar que algunas condiciones de este compromiso ahora son caducas y que ahora tengo que respetar en primer lugar la Constitución, y ya no tengo que demostrar que soy católico practicante, aunque lo siga siendo por libre decisión. La lengua española la domino lo suficiente para escribir este artículo sin demasiadas faltas ortográficas.
Yo adquirí la nacionalidad española en 1975, muy poco después de la muerte de Franco y de ser proclamado Juan Carlos I Rey de España, en los principios de la transición hacía la democracia. Para obtenerla, y como todavía no había constitución democrática tuve que jurar fidelidad al Rey y demostrar que era católico “practicante” con un certificado del párroco de mi país de origen. Además tenía que tener suficientes conocimientos de la lengua española. Puedo pensar que algunas condiciones de este compromiso ahora son caducas y que ahora tengo que respetar en primer lugar la Constitución, y ya no tengo que demostrar que soy católico practicante, aunque lo siga siendo por libre decisión. La lengua española la domino lo suficiente para escribir este artículo sin demasiadas faltas ortográficas.
Descubriendo el Nuevo Mundo: Cristobal Colón.
Decía el Sr. Rajoy sobre el “contrato”: “Se trata de una política en la cual las personas que vengan de fuera tengan los mismos derechos y oportunidades que los españoles pero también los mismos deberes y obligaciones” De lo último no tengo dudas, pero de lo primero sí. Dudo mucho que a los inmigrantes residentes el Sr. Rajoy les vaya a dar el derecho al voto (excepto quizás si incluyen en su compromiso votarle a él), aunque en algunos países europeos los inmigrantes ya pueden votar en las elecciones locales sin tener la nacionalidad. ¿No es un poco discriminatorio pedir compromisos escritos a los inmigrantes y no pedirselos a los propios españoles? ¿No debería también pedirse este compromiso a todos los que nacen españoles cuando llegan a la mayoría de edad? Quizás habrían menos jóvenes españoles a la deriva, que no respetan las costumbres ni las leyes, ni parecen “integrados” en la sociedad y que necesitan una buena dosis de “Educación en la Ciudadanía”, quizás más que muchos de los inmigrantes. ¿Deben las personas que obtienen la nacionalidad española comprometerse a más que los españoles de nacimiento? ¿O los españoles de nacimiento a menos que los inmigrantes? Pienso que este compromiso se le debe exigir, de forma escrita o no, a cada persona que está en o viene a este país, no solo a los residentes, también hasta a los turistas, sobre todo a “turistas” como los hooligans del Liverpool o del Chelsea, para que no monten escándalos en la calles y no vengan a expresar su desprecio pisoteando la tortilla de patatas, uno de los símbolos más sabrosos del país. Que no beban tanta cerveza, y degusten con aprecio un buen cava catalán, un txakolí vasco, un albariño de las Rías Bajas gallegas, un rioja alavés o riojano, etc. Y si prefieren la cerveza que se tomen con mesura una buena “doble” de abadía belga. Que los católicos no tiene porqué ser aburridos.
1902: Emigrantes españoles inmigrando en USA
Finalmente, según el “contrato” el inmigrante que no encuentra trabajo tiene que volver a su país. Esto evidentemente no se puede aplicar a un español que no encuentra trabajo en España. Este tiene que emigrar, y si piensa ir a Francia, firmar el contrato de Sarkozy. Si se trata de una mujer musulmana, que se quite el pañuelo cuando entra en un colegio público francés. A una francesa nativa agnóstica y laicista probablemente la dejan entrar con un “foulard” de Christian Dior por la puerta grande de la Mairie de Paris. ¿Los turcos tendrán otro argumento en su contra para poder entrar en Europa, ahora que han autorizado el velo en la universidad?