Lide e Isabel, participantes de nuestro programa de prácticas, han contado a El Correo que ha supuesto para ellas vivir su primera experiencia laboral en tiempos de pandemia.
Probablemente, muchas personas os estéis enfrentando a esta situación.
¡Os animamos a que conozcáis sus experiencias y opiniones!
Lide Mendiaraz – Profesional del Marketing
En marzo, Lide Mendiaraz cursaba un máster en marketing digital en Barcelona, pero llegó el Covid y trastocó sus planes. «Tuve que acabar el curso con clases ‘online’ durante el confinamiento».
En verano se puso a buscar un nuevo proyecto y dio con el programa de becas ReACTIVAte de la Fundación Novia Salcedo. Allí le dieron la oportunidad de tener una experiencia laboral en una empresa de comunicación de Vitoria.
Al principio le surgieron algunas dudas. «No estás en la oficina presencialmente y es más difícil entender lo que tienes que hacer o cómo lo debes hacer», destaca. Cada dos semanas se reunían por videollamada y, si quedaba alguna duda sin resolver, sus compañeros estaban muy pendientes de ella: «Solo tenía que llamarles por teléfono y me las aclaraban».
En su caso, contar con experiencia previa le fue de gran ayuda. «Ya había hecho prácticas en otras dos ocasiones. Si estas hubieran sido las primeras, me habría sentido perdida», afirma. Y es que al salir de la universidad los estudiantes suelen estar «muy verdes» y les lleva tiempo adaptarse al mundo laboral.
Esta experiencia, además de para lograr un contrato, le ha servido para aprender «muchísimo» y quitarle el miedo al teléfono. «También he aprendido a manejarme con las videollamadas. Ha sido una experiencia muy positiva».
A pesar de las ventajas de trabajar en remoto, en el futuro le gustaría poder estar en la oficina, «sobre todo para tener contacto con los demás compañeros. Estaría bien poder alternarlo con el teletrabajo»,
Isabel Gutiérrez – Ingeniera de Telecomunicaciones
Hasta ahora, Isabel Gutiérrez nunca había tenido la oportunidad de trabajar como ingeniera de telecomunicaciones. «He dado clases particulares, hice encuestas… lo que iba saliendo».
La oportunidad se le presentó a través de nuestro programa de prácticas profesionales , aunque la pandemia alargó el proceso de admisión. «Hice la entrevista en marzo, pero con el Covid todo se retrasó», explica.
Al principio se incorporó de forma presencial, en un ambiente laboral muy alejado de la normalidad, con mamparas, mascarillas y guardando las distancias. «Por la mañana trabajaba y por las tardes iba a cursos de formación. Al final, como tenía portátil, me mandaron a casa».
Desde entonces ficha de forma digital tres días a la semana y acude a la oficina los otros dos.
La organización en el centro de trabajo debe ser milimétrica: siempre tiene que haber alguien en cada departamento y se organizan turnos para evitar contactos innecesarios. «He tenido una suerte increíble. Me están enseñando y cuidando muchísimo», destaca Gutiérrez, quien asegura que nunca se ha sentido sola.
«Soy una más. Cada vez que tengo una duda me la resuelven enseguida y, si no entiendo algo, no me corto y pregunto. Me anima a no quedarme quieta», asegura.
Ya se ha acostumbrado a trabajar desde casa y se ha organizado de forma que aprovecha todo el día. «Me va a costar readaptarme a la normalidad», reconoce. Para ella, el empleo ideal sería una mezcla entre el trabajo presencial y remoto. «El teletrabajo da mucha flexibilidad y la pandemia ha demostrado que no hace falta que estemos todos en la oficina a diario», señala.
A pesar de todo, dice echar de menos el ambiente laboral previo a la pandemia.
Un lado positivo de la crisis: desarrollando nuevas aptitudes.