Entrevista a Begoña Etxebarria, directora de Novia Salcedo en Estrategia Empresarial sobre la situación de los jóvenes en Euskadi
Encontrar un empleo digno y de calidad se ha convertido en una empresa complicada en estos tiempos de cambio de paradigma, que algunos han bautizado como la cuarta revolución industrial. Lo es aún más para los 73 millones de jóvenes de todo el mundo que hoy están a la búsqueda de un puesto de trabajo. En Euskadi, según los últimos datos de Lanbide –febrero de 2017- hay 139.224 demandantes de empleo, de ellos 35.878 jóvenes de entre 16 y 34 años, el 26% del total, 12.000 con formación superior. En el Estado la cifra se eleva hasta un alarmante 44% “y la tendencia global es a más desempleo, más precariedad y mucha incertidumbre”, afirma Begoña Etxebarria, directora general de Novia Salcedo Fundación, el más relevante observatorio sobre empleo joven existente en Euskadi.
En los 36 años que NSF lleva trabajando ¿se han dado siempre las mismas dificultades en el binomio empleo-joven?
Hoy hay más desempleo, más precariedad y mucha más incertidumbre. En todos los informes de la OIT a nivel mundial se ve claro que, en todas las economías, la tasa de paro juvenil multiplica por 2,7 la de adultos. Hay mucha más desprotección social para los jóvenes, la precariedad les lleva a entrar y salir continuamente del mercado laboral, no hay una mentorización, no tienen referentes ni existe un compromiso a largo plazo con ellos. 10 años después de que se iniciara la crisis, pese a que hay índices de mejora y se están haciendo cosas, hemos ido a peor y parece que la tendencia seguirá.
¿Qué tanto de culpa tiene en esta evolución la nueva revolución tecnológica?
Este nuevo paradigma presentará a medio plazo sus ventajas porque nos permitirá reinventar la economía y dar respuesta a la necesidad de un trabajo digno para todos, pero a corto plazo se está llevando mucho empleo por delante. Y quienes más pagan esta situación son quienes aún no han entrado en el mercado laboral. En este momento es la tecnología la que tira de la economía y aquellas personas formadas en ese ámbito irán muy bien, pero dejaremos atrás a otras muchas personas con capacidades medianas y bajas.
¿Qué riesgos comporta el que esta tendencia se mantenga y prolongue?
En mi opinión, el principal riesgo es que como sociedad nos quedemos atrás. Euskadi no figura entre las regiones ‘top ten’ europeas en competitividad porque entre los 12 indicadores que se manejan en ese ranking, seis se refieren a cuestiones sociales, básicamente mercado de trabajo, tasa de ocupación, tasa de igualdad, tasa de precariedad en el empleo… si nos pusiéramos a ello creo que podríamos estar mucho más arriba. Uno de los eslóganes de la Agenda 2030 de Naciones Unidas es precisamente ‘No dejar a nadie atrás’. Afortunadamente en Euskadi este ya es un relato compartido. Lo que toca ahora es hacerlo, cada uno desde su responsabilidad. Porque en el último año se han acercado a nosotros casi 5.000 jóvenes, y para nosotros, el reto es ese.
Ante este escenario, ¿qué se propone desde Novia Salcedo?
Desde la Fundación estamos tratando de profundizar en los datos y de analizar los problemas de una manera no autocomplaciente, buscando aportar soluciones a la empleabilidad juvenil. Eso nos lleva a plantearnos que como sociedad, debemos abordar una innovación global, sistémica, estructural, que ayude a los jóvenes a encontrar su puesto en el mercado laboral, ofreciéndoles herramientas para ello, para emprender y crear su propio puesto de trabajo, para que pasen de buscadores a creadores de empleo. Eso tenemos que hacerlo de la mano de las instituciones, de las empresas y de una sociedad que comprenda que el relato en torno a la seguridad del empleo y el trabajo para toda la vida se está terminando. Y a los jóvenes, hacerles partícipes y que piensen que también son parte de la solución, transmitirles que como sociedad les necesitamos, un mensaje que todavía no está claro. Tenemos una grave crisis de credibilidad en los jóvenes: les decimos que son el futuro cuando el presente lo tienen realmente difícil.
Vínculos y compromisos que funcionan
A través de 36 años de trabajo Novia Salcedo Fundación ha conseguido una base estable de unas 850 empresas, “algo de los que nos sentimos orgullosos porque hemos visto que establecer vínculos y compromisos con las empresas para que tiendan una mano a los jóvenes y que les den una oportunidad, funciona”, afirma Begoña Etxebarria. El pasado año, la Fundación interactuó directamente con 2.200 jóvenes, participantes en proyectos y programas concretos. Se consiguió que 900 entraran en las empresas con prácticas no laborales remuneradas, así como 670 contratos laborales. “Creemos que más allá de las prácticas tenemos un largo recorrido en crear nuevos empleos y esa es nuestra apuesta”. En su camino, NSF cuenta con la colaboración estrecha de las instituciones, de Lanbide así como de las universidades vascas, Orkestra y un amplio elenco de expertos ricos en conocimientos.