Resumen en castellano (por Carmen Echevarría(**)) de la Conferencia presentada por Michel Godet (*), en la I Reunión de la Comunidad Internacional de Expertos de NSF, el 15 de Diciembre 2004 en Bilbao. La conferencia completa, en versión francesa, viene a continuación de este resumen.
(*) Profesor de Prospectiva industrial en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París
(**) Consultoría de Estrategia y Prospectiva, y NSF.
(Foto del sitio web de LIPSOR)
No hay desarrollo sostenible sin niños. Con ocasión de la aparición del Libro verde sobre los cambios demográficos, Europa ha tomado conciencia de su distancia demográfica en comparación con Estados Unidos, sin duda más importante que la distancia técnica.
La revisión a medio recorrido de los objetivos de Lisboa conduce a poner el acento sobre la inversión en capital humano y proponer un verdadero “pacto europeo sobre la juventud”. La población activa de la Europa de los 25 descenderá más de 20 millones entre 2010 y 2030, habrá que abrir las fronteras a la inmigración y tener éxito con la integración a partir de las políticas públicas y familiares más voluntariosas.
La revisión a medio recorrido de los objetivos de Lisboa conduce a poner el acento sobre la inversión en capital humano y proponer un verdadero “pacto europeo sobre la juventud”. La población activa de la Europa de los 25 descenderá más de 20 millones entre 2010 y 2030, habrá que abrir las fronteras a la inmigración y tener éxito con la integración a partir de las políticas públicas y familiares más voluntariosas.
El relanzamiento de la natalidad en los viejos países europeos es indispensable porque, para tener mayor éxito en la integración, hace falta un máximo de integradores (los niños hablando la lengua del país) en las escuelas. Europa descubre que no puede haber crecimiento sin cunas y que los cabellos grises corren el riesgo de entrañar un crecimiento blando. No serviría de nada haber salvado las ballenas si no hay niños para observarlas y servirse de los ordenadores.
Tabú en ciertos países como Alemania, España e Italia donde recuerda periodos históricos de dictadura, la cuestión de la política familiar, también en Francia, sufre una imagen de derecha conservadora mientras que sus promotores de la Liberación, como Alfred Sauvy, eran a menudo de inspiración socialista. La llamada a un “Pacto europeo para la juventud” [1]lanzada por cuatro dirigentes europeos desde París, Berlin, Madrid y Estocolmo, despertará a toda Europa. En efecto, si el envejecimiento por lo alto es inevitable y constituye una buena noticia (vivimos más tiempo), el envejecimiento por lo bajo (no renovación de las generaciones) es fatal y tiene graves consecuencias para el futuro.
El citado “Pacto europeo para la juventud” gira alrededor de las siguientes ideas:
– Dar a todos los jóvenes europeos los medios para el éxito, respondiendo más eficazmente al paro de los jóvenes y a sus dificultades de inserción social y profesional;
– Investigar una mejor coherencia en las acciones de la Unión que afecten a la formación, investigación, educación, estímulo del espíritu empresarial, movilidad, cultura, etc;
– Comprometer nuevas acciones para sostener la demografía europea y mejorar la conciliación entre la vida profesional, personal y familiar, con el fin de permitir en particular a las parejas tener tantos niños como deseen.
(Michel Godet con Carmen Echevarría, durante un descanso de la Reunión)
A la vista de las estadísticas, es sobre todo el envejecimiento por lo alto (más personas mayores) y por lo bajo (menos jóvenes) lo que va a afectar a la dinámica productiva, empresarial y competitiva. El Viejo Mundo no habrá merecido nunca mejor su nombre en la historia. En un contexto tal, la inmigración aparece necesaria, pero el problema persiste tanto que la concentración de inmigrantes en las grandes ciudades se revela fuente de tensiones y de apartheid urbano (véase sucesos ocurridos en la banlieu de Paris este mes de noviembre 2005 ). Se sabe que la integración de las poblaciones venidas del Islam es menos fácil que la de los emigrantes venidos de Europa. Ahora bien, el Este, que se vacía, no puede constituir un reservado. Quizá ha llegado el momento de redescubrir el potencial de América latina, cuya población deberá aumentar casi en 140 millones entre 2000 y 2025.
El recurso a la inmigración plantea sin embargo varias cuestiones raramente abordadas en cuanto que son políticamente sensibles.
. La primera concierne a la inmigración selectiva y escogida en función de cuotas por origen y por oficios. América del Norte, Gran Bretaña y ciertos países nórdicos proceden de ahí básicamente; otros como Francia, acogen a los que consiguen entrar en el territorio. Resultado: dos tercios de los inmigrantes que llegan a Francia tienen un nivel de educación inferior al primer ciclo de los colegios, contra el 30% solamente para Gran Bretaña y 22% para los Estados Unidos.
. La segunda concierne a la acogida y la integración de las poblaciones extranjeras: el “dejar-hacer” en este terreno conduce a la aparición de fenómenos nuevos, para Europa, de apartheid urbano y de concentración en los barrios donde las condiciones de vida se degradan y que sus habitantes de origen abandonan.
. La última concierne a la ética del desarrollo: tenemos el derecho de fortalecer el capital humano de los países pobres sacando de nuestra casa los mejores formados y los más emprendedores de entre ellos?. Planteándolo así, se deduce la respuesta negativa que se impone: no es así como esos países van a desarrollarse.
Sociedad del conocimiento y la innovación: cuidado con los espejismos tecnológicos!
Europa se ha aferrado al concepto de sociedad o de economía del conocimiento en la cumbre de Lisboa 2000, para ello se ha fijado un objetivo de líder mundial. La Europa envejecida se tranquiliza por el futuro, imaginándose poblada de sabios cabellos grises, jóvenes de espíritu y campeones de la innovación. Después de la sociedad de la información de los años 80, la nueva economía de los años 90, los abonados del espejismo tecnológico ¿no han lanzado un nuevo concepto, la sociedad del conocimiento, para decir la misma cosa o casi? Sociedad del conocimiento, economía del conocimiento, gestión del conocimiento… tantos conceptos actualmente en boga, tanto en el medio empresarial y de las instituciones como en las ciencias de la gestión. Ciertamente, la capacidad de las organizaciones a aprender se ha convertido en un factor clave mayor de competitividad, pero las empresas desarrollan prácticas contrarias: la urgencia y la reactividad prevalecen sobre la anticipación y el proyecto. La polución informativa por Internet no basta, hace falta más que nunca aprender a separar el grano de la paja. La prejubilación de trabajadores mayores de 55 años que son portadores de este famoso capital humano tan alabado por otra parte testimonia la misma confusión. Para ir en el sentido de la Economía del Conocimiento, es preciso ciertamente respetar el conocimiento y no despreciarlo.
El conocimiento es el motor de la innovación. Esta no es una razón para cultivar el espejismo tecnológico y la huída hacia delante en los gastos de I+D.
La innovación, no es únicamente técnica sino también comercial, organizacional y financiera. La tecnología, si bien importante, no sabría constituir lo esencial. Dejemos de considerar que el gasto de I+D es el principal indicador portador de esperanza para el futuro. Más que la cantidad cuenta la eficacia del gasto. Las comparaciones internacionales muestran que las empresas de mayor rendimiento en un sector son aquéllas que hacen un esfuerzo medio en I+D y que, por lo tanto, actúan gastando menos. La misma constatación se verifica en el tema de los Estados: los países pequeños hacen un esfuerzo menor de I+D que los grandes y sin embargo tienen un crecimiento superior del PIB!
[1] Carta al Presidente del Consejo europeo fechada en Paris, Berlin, Madrid, Stockholm, el 29 de octubre de 2004