“En el mercado laboral y en la vida, la educación vale la pena”. Así lo dice al principio el resumen del informe Education at a Glance 2015 (Panorama de la Educación 2015) de la serie de Indicadores de la OCDE.
Aunque el informe cuente muchas cosas del paro juvenil que ya sabemos por los medios de información o por experiencias cercanas, sobre todo en España, siempre es bueno consultar un estudio de la OCDE.
Esto es lo que dice el resumen:
Empleo y nivel de estudios: En promedio, más de 80% de adultos con estudios universitarios en la OCDE tienen empleo, en comparación con más de 70% de personas con educación secundaria o media superior, y con menos de 60% de adultos sin educación media. Los adultos con estudios universitarios también ganan cerca de 60% más en promedio que los adultos con grado máximo de educación media. En general, las tasas de empleo y los ingresos aumentan conforme lo hacen el grado de escolaridad y las competencias de los adultos; sin embargo, el mercado laboral aún considera un diploma o grado como la principal indicación de las destrezas de un trabajador.
En España, en 2013 y en el rango de edad de 25 a 64 años, tenían un empleo el 76 % de los que habían tenido una educación terciaria; el 64% educación secundaria y postsecundaria; y el 48% educación inferior a la 2ª etapa de la educación secundaria.
Esto anima a que haya cada vez más adultos jóvenes en los países de la OCDE que cursan estudios universitarios. En promedio entre los países de la OCDE y las entidades subnacionales que participaron en la Evaluación de Competencias de Adultos (PIAAC) en 2012, 22% de los estudiantes de 25 a 34 años de edad —y en Corea del Sur, 47% de este grupo— cursó estudios universitarios aunque sus padres no lo habían hecho. Esta “primera generación de adultos con educación universitaria” y los adultos con estos estudios cuyos padres también los cursaron comparten tasas de empleo semejantes y se dedican a campos de estudio similares. Esto sugiere que ser el primero en la familia en lograr la educación terciaria de ninguna manera es una desventaja.
Los datos también revelan que si bien la tasa de ingreso a programas de licenciatura es mucho mayor que la tasa de ingreso a programas de maestría o doctorado, hay más oportunidades en el mercado laboral —y de mayores ingresos— para los adultos con grado de maestría que para quienes solo tienen grado de licenciatura. Los empleados adultos con un grado de licenciatura o equivalente ganan alrededor de 60% más que los empleados adultos con escolaridad media superior, pero quienes cuentan con un grado de maestría o doctorado ganan más del doble.
Sin embargo, los beneficios no son únicamente financieros. Es más probable que los adultos con mayor escolaridad informen tener una buena salud, participen en actividades de voluntariado, confíen en los demás y sientan que tienen voz en el gobierno. En otras palabras, los adultos con más escolaridad tienden a comprometerse más con el mundo que les rodea.
La brecha de género: Si bien persisten las desigualdades. A pesar del estrechamiento —e incluso reversión— de las brechas de género en el grado del logro educativo, las mujeres todavía están infrarrepresentadas en algunas áreas educativas, como ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM). También es menos probable que las mujeres jóvenes obtengan empleo que los varones, aunque la brecha de género en el empleo es mucho más estrecha entre los adultos jóvenes con estudios universitarios que entre las personas con menor nivel educativo.
En España la tasa de paro de las mujeres supera a la de los hombres en todos los niveles educativos. Afecta al 16,4% de mujeres y al 13,4% de hombres con educación terciaria; al 25,1% de mujeres y al 21,7% de hombres que terminaron la 2ª etapa de educación secundaria; al 34,0% de mujeres y al 31,9% de hombres con con estudios menores que la 2ª etapa secundaria. Estas diferencias no son tan acentuadas para el conjunto de los países de la OCDE y de la UE21.
Financiación pública: Entre 2010 y 2012, el gasto público en educación disminuyó en muchos países de la OCDE. El sector educativo resintió una reacción retardada de la crisis económica global de 2008. Entre 2010 y 2012, conforme el PIB se recuperaba, el gasto público en instituciones educativas disminuyó en más de uno de cada tres países de la OCDE. En 2012, los países de la OCDE gastaron un promedio de 5.3% de su PIB en instituciones educativas de educación Primaria a universitaria; 11 países con datos disponibles gastaron más de 6% de su PIB.En su mayoría, la educación recibe fondos públicos, pero las instituciones universitarias obtienen la mayor proporción de fondos de fuentes privadas. Entre 2000 y 2012, la participación promedio de financiación pública de las instituciones universitarias decayó de 69% en 2000 a 64% en 2012.
La educación en la infancia es en particular benéfica para los estudiantes con antecedentes de inmigración.
En todos los países y economías que participaron en el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA) en 2012, la brecha de género en el desempeño de lectura es más estrecha en lectura digital que en lectura impresa. Las niñas se desempeñan mejor que los niños en lectura digital por un promedio de 26 puntos, en comparación con el promedio de 38 puntos —el equivalente de casi un año de escuela— en lectura impresa.
Más o menos el 77% de los adultos con estudios vocacionales de nivel medio superior o equivalente no terciaria está empleado, tasa que es 7 puntos porcentuales superior que la de adultos con un nivel máximo de educación media superior general.
Uno de cada cinco jóvenes de 20 a 24 años de edad no está empleado, ni estudia ni recibe capacitación. (Según el informe, en España el porcentaje de jóvenes no estudiando y en el paro es muy alto con respecto al conjunto de los países de la UE21 y de la OCDE; un 6,7% en el tramo de 15-19 años, un 24,5% en el tramo de 20-24 años y un 27,1% en el tramo de 25-29 años).
Cerca de 57% de los adultos empleados con buenas habilidades en la tecnología de información y comunicación, y en la resolución de problemas, participa en algún tipo de educación que patrocina su empleador y/o de tipo no formal; solo participa en estos programas el 9% de adultos que no saben usar computadoras y carecen de habilidades de resolución de problemas.
Las clases en grupos más grandes se correlacionan con menos tiempo para la enseñanza y aprendizaje, y más tiempo dedicado a mantener el orden en el aula de clases. Un alumno adicional en un grupo de tamaño medio se asocia a un decremento de 0,5 puntos porcentuales del tiempo dedicado a actividades de enseñanza y aprendizaje.
La fuerza docente en los países de la OCDE está envejeciendo: en 2013, 36% de maestros de escuelas secundarias tenía por lo menos 50 años de edad. Esta proporción aumentó 3 puntos porcentuales entre 2005 y 2013, en promedio, entre los países con datos comparables.