No hay que confundir con el analfabetismo. Una persona con baja alfabetización no domina la lectura y la escritura suficientemente como para estar capacitada de desarrollarse o de funcionar en la sociedad de la información, en casa y en el trabajo. En muchos casos tampoco son capaces de calcular. Personas con una baja alfabetización tienen dificultades para autorealizarse y no pueden desarrollar de forma autónoma sus conocimientos y aptitudes. No es un tema público, por lo que muchos piensan que lo suyo es un problema personal, y lo callan porque les da vergüenza. Y así el problema no se resuelva y en realidad se va agravando según progresa la sociedad en conocimiento.
Según la citada Fundación, la baja alfabetización se manifiesta tanto entre los autóctonos como los inmigrantes, entre jóvenes y adultos, entre hombres y mujeres, entre trabajadores y no trabajadores. Por esta razón no existe un perfil único de la persona con baja alfabetización. Las causas difieran de individuo a individuo, y no hay una causa única. Según las investigaciones las personas que son vulnerables son las que tienen problemas generales de aprendizaje y de conducta (trastornos de concentración, falta de disciplina, et.), que van atrasadas lingüísticamente porque en el hogar se habla una lengua extranjera (caso de inmigrantes), que viven en un ambiente donde no se lee y no hay estímulos para leer o escribir, que han padecido absentismo en la escuela por varias razones, que no han recibido el acompañamiento necesario en la escuela, que han perdido la costumbre de leer, escribir o calcular. Esta diversidad de causas hace más complejo y difícil encontrar y aplicar soluciones al problema. Según la Fundación holandesa, tanto el sector público como el privado, cada uno con su expertise deben colaborar en ello.