El pasado mes de septiembre la OCDE publicó su último informe anual sobre el estado de la Educación, que analiza quién participa en la educación, qué se gasta en ella, cómo funcionan los sistemas educativos y los resultados obtenidos. Este último incluye indicadores sobre una amplia gama de resultados, desde comparaciones del desempeño de los estudiantes en áreas temáticas clave hasta el impacto de la educación en los ingresos y en las oportunidades de empleo de los adultos.
El informe se puede descargar aquí.
Los estudiantes de entornos desfavorecidos tienen menos probabilidades de tener un buen desempeño en la escuela o de tener las herramientas para el aprendizaje digital, y pueden carecer de un lugar tranquilo para estudiar en casa y de la ayuda de los padres con sus tareas escolares. Es menos probable que busquen una educación superior y una formación. Los estudiantes de origen migrante a menudo enfrentan obstáculos similares. Los sistemas educativos deben prestar mucha atención para evitar que la educación cada vez más digital amplifique aún más las desigualdades existentes en el acceso y la calidad del aprendizaje. Asegurarse de que todos los estudiantes tengan las herramientas y la orientación que necesitan para aprender y tener éxito será vital en la recuperación.
En su editorial recuerda que la pandemia de COVID-19 ha afectado duramente a nuestros sectores sanitario, económico y social. También ha puesto de manifiesto y puesto de relieve algunas debilidades sistémicas que obstaculizan una auténtica movilidad social. La igualdad de oportunidades es un ingrediente clave para una sociedad democrática fuerte y cohesionada. A diferencia de las políticas que abordan las consecuencias, la educación puede abordar las fuentes de la desigualdad de oportunidades, creando un campo de juego más nivelado para que las personas de todas las edades adquieran las habilidades que impulsan mejores trabajos y mejores vidas.
Demasiados entornos desfavorecidos tienen menos probabilidades de participar en la educación, desempeñarse bien, encontrar un empleo adecuado o seguir un aprendizaje permanente. Como resultado, también es menos probable que desarrollen las habilidades necesarias para tener éxito en nuestra economía cambiante. En promedio, en los países de la OCDE, se espera que un niño de una familia desfavorecida tarde cinco generaciones en alcanzar el ingreso nacional promedio.
En consecuencia, el tema de esta edición del panorama de la educación es la igualdad de oportunidades para el acceso, la participación y la progresión en la educación. Se centra en la participación en la educación, los resultados del aprendizaje y la formación del profesorado para la diversidad en el aula. También se ha demostrado que factores como el género, la situación socioeconómica, el país de origen o la geografía influyen en el desempeño y las trayectorias. También incluye un foco de atención sobre COVID-19, al explorar las medidas implementadas en todo el mundo para garantizar la continuidad y el aprendizaje equitativo durante las interrupciones escolares.
Las mujeres jóvenes están marcando todas las casillas para el éxito: tienen más probabilidades que sus pares masculinos de graduarse de la escuela secundaria, es más probable que ingresen a la educación superior y se gradúen de ella. Pero tienen menos probabilidades que los hombres jóvenes de obtener un título o una calificación profesional en los campos STEM o de ser empleadas. Los niños enfrentan desafíos en la escuela, se desempeñan menos que las niñas en lectura, particularmente si provienen de un entorno desfavorecido, y también les va un poco menos que las niñas en ciencias. Es más probable que abandonen la escuela secundaria o la educación superior. Sin embargo, los hombres jóvenes tienen más probabilidades que las mujeres de tener un empleo y tener las habilidades digitales necesarias en la economía actual. La equidad en la educación significa tanto ampliar los caminos y oportunidades para las niñas como asegurarse de que los niños se mantengan enfocados en su aprendizaje y permanezcan en la escuela.
Los datos de la OCDE muestran que alrededor de 4 de cada 10 adultos altamente educados participan en capacitación formal o en el trabajo, mientras que alrededor de 8 de cada 10 personas con bajos niveles de educación no participan. Los trabajadores con pocas cualificaciones también tienen menos probabilidades de participar en dicha formación y es más probable que trabajen en sectores que están siendo transformados por la automatización y la digitalización, es decir, en trabajos en los que necesitarán desarrollar nuevas habilidades ahora y en el futuro.
La pandemia de COVID-19 también ha tenido como impacto la reducción de la cantidad de horas dedicadas a la capacitación en el trabajo en casi un 20%. A medida que avanzamos hacia la recuperación, es vital fomentar una mentalidad de aprendizaje permanente en niños y jóvenes, así como hacer coincidir el aprendizaje de adultos con las necesidades de habilidades de los nuevos sectores e industrias emergentes.
Asimismo, la pandemia COVID-19 obligó al cierre de escuelas en casi todos los países en 2020, aunque la situación ha mejorado constantemente en 2021. Los datos de la OCDE muestran que los sistemas educativos de bajo rendimiento tenían más probabilidades de cerrar durante períodos de tiempo más prolongados. Los niños de entornos desfavorecidos tienen más probabilidades de haber perdido horas escolares y de haber carecido de los recursos para un aprendizaje remoto eficaz.