El desempleo juvenil es una de las preocupacones más importantes de los jóvenes según recoge el informe sobre el EYE 2016.
La juventud europea ha vuelto a hablar al unísono. Por segundo año consecutivo –en 2014 NSF estuvo presente-, el pasado mayo las puertas de la Eurocámara en Estrasburgo se abrieron de par en par. El European Youth Event (EYE) congregó a más de 7.000 jóvenes de todo el continente. Los europarlamentarios, esta vez en un segundo plano, se dedicaron a escuchar y atender las necesidades que demandan los jóvenes.
Entre ellas, todo un elenco de temas que urgen prestar la debida atención. Quizás, una de las más significativas es el desempleo juvenil. En la mayoría de los países europeos la cifra es de doble dígito. Una situación que lastra las expectativas económicas de Europa. Y lo que es peor, las esperanzas que muchos jóvenes han depositado a lo largo de su vida.
En el informe que el pasado 6 de septiembre recogía la esencia principal del evento se manifiestan diversos temas de gran calado. Paz, participación, exclusión social, etc. En lo que se refiere a la falta de empleo las medidas para revertir esta situación son diversas:
- Reducir la distancia entre educación y empleo
- Impulsar la movilidad y las habilidades transversales
- Facilitar más experiencias de trabajo y primeras oportunidades
- Estimular las habilidades digitales
- Expandir el voluntariado como una hoja de ruta para la empleabilidad
- Creación de un código de derechos para los jóvenes
- Incentivar la capacidad de trabajar fuera de tu país
Éstas y otras sugerencias son recogidas a lo largo de varias páginas. Sin duda, los jóvenes recogen en ellas su grave preocupación ante el incierto futuro del mercado laboral. A eso se le debe de añadir la demografía como un factor vital en la ecuación. Europa es una población cada vez mayor, y cada año se incorporan más jóvenes al mercado.
Por ello, es primordial tratar de establecer una política común en favor de las nuevas generaciones. Unas herramientas que les permitan encarar el futuro con optimismo. Que nuestros jóvenes estén preparados, puedan adaptarse a las necesidades del mercado y, sobre todo, que tengan un empleo digno con el que labrarse un futuro.