Gurutz Jáuregui -Catedrático de Derecho constitucional y miembro de Jakiunde, Academia de las Ciencias, las Artes y las Letras del País Vasco-, destaca en un artículo de opinión publicado en El Correo el 18 de noviembre la extraordinaria eclosión de iniciativas surgidas últimamente con el objetivo de potenciar el desarrollo científico y tecnológico de Euskadi. Y cita a Pedro Luis Uriarte cuando afirma que “debemos ir a por nota en ciencia, investigación, tecnología e innovación” para confirmar que resulta incuestionable esta necesidad.
Sin embargo, observa el olvido evidente en que se aparcan las ciencias sociales y las humanidades aunque se pregunta si tiene sentido, en la era de la revolución tecnológica, potenciar el desarrollo de las mismas. Se contesta a sí mismo diciendo que sólo un país enfermo no investiga en ciencias humanas y sociales.
Y vuelve a recurrir a un personaje, en este caso a uno de los fundadores del Club de Roma, Aurelio Peccei, para citar: “el hecho de que el conocimiento y la comprensión de los fenómenos de la ley natural hayan progresado mucho más rápido que nuestro entendimiento en la esfera de los asuntos humanos y sociales, indica que nuestra civilización sufre una grave distorsión cultural” y dejar clara su posición. Así, pues, el autor reivindica la cultura científico-material, pero, con mayor urgencia, reivindica la cultura espiritual.
Y cuenta que los vascos tenemos un excelente ejemplo histórico al que recurrir: la Sociedad Bascongada de Amigos del País cuyo objetivo inicial fue avanzar en el desarrollo material de los vascos, si bien “los caballeritos de Azkoitia” supieron de igual forma elevar sus miras pretendiendo “cultivar el gusto y la inclinación de la nación Bascongada hacia la Ciencia, las Bellas letras y Artes, corregir y pulir sus costumbres, desterrar el ocio, la ignorancia y sus funestas consecuencias”.
Y termina el autor su artículo preguntándose: “¿Es que cabe acaso mejor definición de lo que debe ser un proyecto, una cultura integral para un país?”.