El cambio climático no es ficción ni exageración, es lo que la ciencia nos dice que resultará de nuestras políticas energéticas actuales. Con esta firmeza hablaba estos días el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ante la publicación del reciente informe del Panel Intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático (IPCC).
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es el órgano de las Naciones Unidas encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático. Fue establecido en 1988 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) a fin de que facilitase a los dirigentes políticos evaluaciones científicas periódicas del cambio climático, sus implicaciones y riesgos, y propusiese estrategias de adaptación y mitigación. Ese mismo año la Asamblea General de las Naciones Unidas respaldó la medida adoptada por la OMM y el PNUMA de establecer conjuntamente el IPCC. Tiene 195 Estados Miembros.
El último informe publicado el 4 de abril destaca que las emisiones medias anuales a escala global de gases de efecto invernadero durante el periodo 2010-2019 se situaron en los niveles más altos de la historia de la humanidad. Si no logramos fuertes reducciones de las emisiones de forma inmediata en todos los sectores, limitar el calentamiento global a 1,5 °C (2,7 °F) estará fuera de nuestro alcance, señala el documento. La evidencia es clara: ahora es el momento de actuar. De aquí a 2030 podemos reducir las emisiones a la mitad.
Sin embargo, cada vez existen más evidencias de la acción por el clima y se han observado disminuciones sostenidas de hasta el 85% en los costos de la energía solar y eólica, y de las baterías. El presidente del IPCC, Hoesung Lee, sostiene que el mundo está en una encrucijada en la que las decisiones a adoptar pueden asegurar un futuro digno. “Contamos con las herramientas y los conocimientos especializados necesarios para limitar el calentamiento. Contamos, también, con opciones en todos los sectores para reducir, al menos, a la mitad las emisiones de aquí a 2030.”
Y continúa señalando que las acciones climáticas adoptadas en muchos países están resultando eficaces y que, si se amplían y se aplican de manera generalizada y equitativa, pueden respaldar la reducción de emisiones, así como fomentar la innovación.
“Si disponemos de las políticas, la infraestructura y las tecnologías adecuadas para realizar cambios en nuestros estilos de vida y comportamientos, de aquí a 2050, podremos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre el 40 % y el 70 %. Esto ofrece importantes posibilidades que aún no hemos aprovechado”, indicó Priyadarshi Shukla, Copresidente del Grupo de Trabajo III del IPCC. “La evidencia indica que estos cambios en el estilo de vida pueden mejorar nuestra salud y bienestar”.
Para limitar el calentamiento global, se necesitarán transiciones importantes en el sector energético. Implicará reducir de forma contundente:
- El uso de los combustibles fósiles
- Extender la electrificación
- Mejorar la eficiencia energética
- Utilizar combustibles alternativos como el hidrógeno
Menor consumo de energía en las ciudades y zonas urbanas. Aprovechar el potencial de mitigación de los edificios
- Creando ciudades compactas y caminables
- Electrificación del transporte en combinación con fuentes de energía de baja emisión
- Mayor absorción y almacenamiento de carbono a través de la naturaleza
- Edificios de energía cero o sin emisiones de carbono
- Por ejemplo, en las ciudades, las redes de parques y espacios abiertos, los humedales y la agricultura urbana pueden reducir el riesgo de inundaciones y los efectos de isla de calor.
En la industria, por su parte, la reducción de las emisiones implicará el uso de los materiales de manera más eficiente, la reutilización y el reciclaje de productos, y la reducción al mínimo de los residuos. En el caso de los materiales básicos, incluido el acero, los materiales de construcción y los productos químicos, los procesos de producción de bajas emisiones de efecto invernadero se encuentran en las etapas de pruebas o cercanas a la comercialización. Será necesario crear nuevos procesos de producción, emplear hidrógeno y electricidad de bajas o cero emisiones y, cuando sea preciso, aplicar técnicas de captura y almacenamiento de carbono, tal y como señala el informe. Las medidas de mitigación en la industria pueden reducir los impactos ambientales e incrementar las oportunidades de empleo y de negocios. La electrificación con energías renovables y los cambios en el transporte público pueden mejorar la salud, el empleo y la equidad.
Respecto a la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra pueden reducir las emisiones a gran escala, así como eliminar y almacenar dióxido de carbono a gran escala. No obstante, la tierra no puede compensar la demora de las reducciones de las emisiones en otros sectores. Las opciones de respuesta pueden beneficiar a la biodiversidad, ayudarnos a adaptarnos al cambio climático y garantizar los medios de subsistencia y los suministros de alimento, agua y madera. Los próximos años son críticos. En los escenarios que evaluamos, para limitar el calentamiento a aproximadamente 1,5 °C (2,7 °F), es necesario que las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global alcancen su punto máximo antes de 2025, a más tardar, y se reduzcan en un 43 %, a más tardar, en 2030. La temperatura global se estabilizará cuando las emisiones de dióxido de carbono alcancen el nivel cero neto.
Para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la aceleración de las acciones climáticas equitativas en materia de mitigación y adaptación a los impactos del cambio climático reviste suma importancia “El cambio climático es el resultado de más de un siglo de uso de la tierra y de la energía, de estilos de vida y de modalidades de consumo y producción no sostenibles”, sostuvo el señor Skea.
“Este informe demuestra que, si adoptamos medidas ahora, podremos avanzar hacia un mundo más justo y más sostenible”.