Afrontar una inflación elevada y un crecimiento bajo. Perspectivas económicas de la OCDE
Se ha publicado en septiembre el informe provisional Perspectivas económicas Intermedias, actualización de las proyecciones de la edición de junio de 2023 de las Perspectivas Económicas de la OCDE. El informe hace hincapié en que la política monetaria debe seguir centrada en volver a situar la inflación en el objetivo, mientras que los gobiernos deben redoblar sus esfuerzos para reconstruir las reservas fiscales y hacer frente a los retos futuros, incluida la transición climática.
Después de un comienzo de año más fuerte de lo previsto, favorecido por la bajada de precios de la energía y la reapertura de China, el crecimiento mundial debería ralentizarse. El efecto de estrechamiento de las políticas monetarias se vuelve cada vez más visible, la confianza de las empresas y de los consumidores se ha degradado y el rebote observado en China se ha desvanecido.
Las principales conclusiones del informe señalan lo siguiente:
- Se prevé que el crecimiento del PIB mundial siga siendo débil en 2023 y 2024, el 3% y 2,7% respectivamente, frenado por el endurecimiento de las políticas macroeconómicas necesarias para frenar la inflación.
- En los Estados Unidos, se prevé que el crecimiento anual del PIB se ralentice y pase del 2,2% en 2023 a 1,3% en 2024, mientras el endurecimiento de las condiciones financieras moderará la presión sobre la demanda. En la zona euro, donde la demanda es ya débil, se prevé una caída del PIB al 0,6 % en 2023 para recuperarse ligeramente y alcanzar el 1,1% en 2024, al desaparecer el impacto negativo de la elevada inflación sobre los ingresos reales. En China, el crecimiento se prevé relativamente moderado, el 5,1% en 2023 y el 4,6% en 2024, frenado por la atonía del crecimiento interior y las tensiones estructurales que afectan a los mercados inmobiliarios.
- La inflación global disminuye, pero la inflación subyacente resiste en numerosas economías, debido a las presiones de los costes y los márgenes elevados en ciertos sectores.
- La inflación se prevé que baje progresivamente en 2023 y 2024, pero permanecerá superior a los objetivos de los bancos centrales en la mayor parte de las economías. En los países del G20, la inflación global caerá al 6% en 2023 y al 4,8% en 2024, pasando la inflación subyacente del 4,3% este año al 2,8% en 2024 en las economías avanzadas del G20.
- Predominan los riesgos de divergencia a la baja. La incertidumbre en torno a la magnitud y la rapidez de transmisión de la política monetaria es una fuente importante de preocupación, al igual que la persistencia de la inflación. Los efectos negativos de la subida de los tipos de interés podrían resultar más fuertes de lo previsto, y una inflación más persistente exigiría un mayor rigor económico que podría poner de manifiesto vulnerabilidades financieras.
- Una desaceleración más brusca de lo previsto en China es otro riesgo importante que afectaría al crecimiento de la producción en todo el mundo.
- La orientación de la política monetaria debe seguir siendo restrictiva hasta que esté claro que las presiones inflacionistas subyacentes han disminuido de forma duradera. Los tipos de interés oficiales parecen haber tocado techo, o estar cerca de hacerlo, en la mayoría de las economías, sobre todo en Estados Unidos y la zona del euro, y es probable que los responsables políticos perfeccionen su estrategia a medida que los efectos de la subida de tipos se hagan más patentes.
- Los gobiernos se enfrentan a crecientes presiones presupuestarias causadas por el aumento de la deuda y del gasto en envejecimiento de la población, cambio climático y defensa. Es necesario hacer más esfuerzos a corto plazo para reconstruir los márgenes presupuestarios y adoptar planes presupuestarios creíbles a medio plazo, con el fin de alinear mejor las políticas macroeconómicas a corto plazo y garantizar la sostenibilidad de la deuda.
- Es necesario relanzar los esfuerzos de política estructural para reforzar las perspectivas de crecimiento. La reducción de las barreras en los mercados de trabajo y de productos y el refuerzo del desarrollo de las cualificaciones impulsarían la inversión, la productividad y la participación de la mano de obra, además de hacer que el crecimiento sea más integrador.
- Una prioridad clave es revitalizar el comercio mundial, que es una importante fuente de prosperidad a largo plazo tanto para las economías avanzadas como para las de los mercados emergentes. La preocupación por la seguridad económica no debe impedirnos aprovechar las oportunidades de reducir las barreras al comercio, especialmente en el sector servicios.
- Es necesario reforzar la cooperación internacional para coordinar mejor los esfuerzos de mitigación de las emisiones de carbono y lograr avances más rápidos en este ámbito.